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La región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén es reconocida mundialmente por la alta calidad de la producción de pera. Históricamente, el desarrollo del cultivo no ha presentado mayores problemas sanitarios relacionados a patógenos fúngicos y oomycetes (Dobra et al., 2007). Sin embargo, durante los últimos años, probablemente por cambios ambientales y de manejo de los montes frutales, se incrementó la incidencia de algunas enfermedades que hasta el momento eran de bajo impacto, y otras han sido reportadas por primera vez; entre ellas, la sarna del peral, las podredumbres por Phytophthora, el oídio del peral y los cancros fúngicos. La sarna del peral (Venturia pirina), es una enfermedad del tipo desfigurante, que destruye la calidad comercial de los frutos; la ocurrencia está muy ligada a las condiciones ambientales y su control se basa en un modelo epidemiológico diseñado para V. inaequalis, el que aún no incluye las dos fuentes de inóculo que posee el patógeno. Phytophthora cactorum está asociada a las podredumbres de cuello en peral, en que el pie Franco, era conocido resistente a su infección, situación que actualmente puede ser refutada. Asimismo, diferentes especies de Phytophthora (P. lacustris, P. drechsleri) han ocasionado importantes pérdidas en la conservación postcosecha de los frutos. Podosphaera leucotricha, agente causal del oídio del manzano y el peral, es un patógeno que se registra en peral desde hace unos pocos años y cuyo principal daño está asociado al ?russet? de los frutos. Se observan infecciones primarias de brotes en el cultivar d´Anjou, no reportadas en otras áreas productoras del mundo. Por otro lado, los causales de los cancros en troncos y ramas de peral, han sido identificados como Aplosporella aquifolli, Diplodia seriata y Valsa ceratosperma, patógenos considerados oportunistas de tejidos debilitados, que afectan la productividad de montes comerciales.