IDECU   25222
INSTITUTO DE LAS CULTURAS
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Minería de las arcillas en tiempos prehispánicos (Depto. Tinogasta, Catamarca, Argentina).
Autor/es:
RATTO, NORMA; ORGAZ, MARTIN
Lugar:
BUENOS AIRES
Reunión:
Otro; XIII Reunión de la Minería de Historiadores Latinoamericanos, Buenos Aires, 4 al 7 de abril de 2017; 2017
Institución organizadora:
Institución Organizadora Sección Etnohistoria, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Resumen:
Los estudios sobre la tecnología asumieron durante varias décadas que su desarrollo respondía a una lógica propia, por lo que se la posicionó como escindida de las condiciones o contextos socio-históricos. Sin embargo, una comprensión de los comportamientos tecnológicos necesita conocer los supuestos subyacentes que rigen a tales prácticas. Por esta razón, y atendiendo a esta última propuesta, es que se considera a las tecnologías en general, y a la minera en particular, como un fenómeno social. Esta mirada reclama que las investigaciones consideren los valores y actitudes sociales que median al momento de dar cuenta de las múltiples decisiones que conlleva esta actividad, desde el primer momento que comienza, con la búsqueda y extracción de materias primas hasta el producto terminado. La minería en tiempos prehispánicos fue una actividad presente a lo largo del desarrollo cultural de la región andina. Esta práctica de apropiación, manejo y uso de las materias primas que brinda la tierra ha sido objeto de extensos estudios, lo cuales contemplaron las múltiples dimensiones que encierra la actividad minera desde lo estrictamente funcional hasta las esferas religiosas-simbólicas. Sin embargo, la minería no-metalífera, ha recibido menor tratamiento que la metalífera. A menudo la presencia de objetos finamente elaborados en metal ha llamado la atención de los estudiosos, en detrimento de otros manufacturados con otras materias primas, por ejemplo, piedras o arcillas, olvidando, que luego de atravesar los distintos procesos mineros, las rocas y los barros se materializaron, de igual forma que los bienes de metal, en piezas delicadamente elaboradas, las que desde la arqueología fueron interpretados como bienes de prestigio, suntuarios y también entregados como ofrendas. Pero además del producto terminado, la minería metalífera prehispánica genera determinados rasgos antrópicos en los lugares de extracción, es decir, en los espacios donde se realizó la extracción de minerales (mina), como, por ejemplo, socavones, galerías, trincheras, entre otros. Consideramos que estas características, conjuntamente con el conjunto artefactual a veces asociados con los lugares de extracción de las materias primas y la abundante disponibilidad de fuentes históricas y etnográficas coadyuvaron para que los estudios sobre minería metalífera tuvieran mayor desarrollo que la no-metalífera, especialmente de las arcillas que es la problemática que nos ocupa en este trabajo.La minería no metalífera para la extracción de arcillas se caracteriza en general por no presentar rasgos antrópicos que ?marquen? los lugares de obtención de las materias primas, o si lo fueron, quedaron obliterados por el correr del tiempo y la dinámica propia de los ríos donde generalmente se realizó la extracción, aunque no de forma excluyente, ya que existen registros de extracción de arcillas realizando pozos en ambientes de barreales. La cadena operativa alfarera no solo satisface requisitos utilitarios de las piezas cerámicas manufacturadas. Estudios etnoarqueológicos, realizado en diferentes localidades de los Andes, dan cuenta que la producción de alfarería cumple un papel importante en la reproducción social del grupo, vinculándose con el mundo sobrenatural a través de su uso en el consumo de chicha y la manufactura de miniaturas. De esta manera, dentro de la economía andina, la producción de artefactos con arcillas, no sólo es necesaria para cumplir con las actividades primarias, sino que excede ampliamente este plano cuando constituyen objetos que se utilizan en prácticas de mediación para asegurar la reproducción de las relaciones sociales, tanto a nivel doméstico como regional. De manera similar, desde la etnohistoria se han estudiado documentos del siglo XVII que dan cuenta de la realización de prácticas rituales y Capacochas en pueblos de olleros con la finalidad de obtener buena arcilla para la manufactura cerámica y favorecer la reproducción del recurso. Por lo expuesto, tanto los documentos históricos como las fuentes etnográficas informan que los lugares de extracción son motivo de ceremonias, permisos, y rituales para mantener buenas relaciones con los muertos, con las deidades tutelares y/o relacionadas con la construcción de relaciones sociales en el mundo terrenal. Por lo tanto, el valor asignado a estos minerales y el costo de su explotación no pueden explicarse a través del binomio `costo-beneficio, ya que su extracción es mediatizada por una serie de prácticas sociales y ofrendas rituales con la finalidad de pedir permiso para el acceso al recurso porque pertenece a los Apus y Wamanis.Ahora bien, nuestro desafió como arqueólogos es acceder a estas significaciones de las sociedades del pasado, pero a través de la materialidad. Esto nos estimula a generar metodologías que articulen distintas líneas de investigación para llegar a la interpretación del papel de la minería no-metalífera en una región y en cuenta larga. En este contexto, abordamos la problemática de la minería no-metalífera de arcillas para identificar los lugares de extracción de los barros arcillosos utilizados para la producción alfarera en tiempos prehispánicos, específicamente el denominado Alfar de La Troya. Para ello articulamos información de fuentes históricas, etnográficas y datos químicos, provenientes éstos últimos del análisis por activación neutrónica de más de 1000 fragmentos cerámicos recuperados en distintos sitios arqueológicos situados en ambientes contrastantes de las regiones de Fiambalá y Chaschuil (Depto. Tinogasta, Catamarca, Argentina). El banco fango-arcilloso del Alfar de La Troya fue explotado a lo largo del tiempo por sociedades con distintas organizaciones socio-políticas y económicas, pero su valor y prestigio se mantuvo y reprodujo a través de la oralidad, sin descartar que también fue un medio del conquistador (Inca) para apropiarse de espacios con alto valor simbólico de los pueblos conquistados y/o anexados (poblaciones locales).