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En el presente trabajo se describe el caso de una hembra canina, adulta joven, mestiza, color marrón y negro, que presentaba numerosas lesiones nodulares en la piel y compromiso del estado general, con anorexia y letargia. A la inspección clínica, la perra mostraba una marcada atrofia muscular generalizada; con masas dermocutáneas multifocales a coalescentes, deformantes, infiltrativas, de diferentes tamaños y formas, comprometiendo la región ventral del abdomen y tórax. En el flanco izquierdo abdominal se observó una lesión focal extensa, ulcerada, de 20 cm de diámetro aproximadamente, que se extendía hasta la piel de la articulación femorotibiorrotuliana. En la piel del miembro anterior derecho, en la cara craneal de la articulación húmero-radial, se apreciaba una masa circular, con ulceraciones múltiples, firme al tacto. El animal se encontraba con disnea inspiratoria y a la auscultación, numerosos rales pulmonares y zonas de disminución de sonidos pulmonares normales. El médico veterinario actuante, junto con los propietarios, decidieron realizar eutanasia. Al momento de la necropsia, se pudo determinar macroscópicamente que las múltiples masas cutáneas eran infiltrativas, con zonas hiperpigmentadas, negras y zonas de necrosis al corte. Dos de las masas de la zona ventral del abdomen correspondían a los linfonódulos inguinales superficiales, los cuales presentaban una marcada linfoadenomegalia, sin poder diferenciarse corteza y médula. Al corte de la masa de la región del codo, se apreciaba marcada fibroplasia y múltiples focos de necrosis y calcificación distrófica en su interior. A la apertura de las cavidades corporales, se observaron lesiones nodulares multifocales a coalescentes en todos los lóbulos pulmonares, negras y grises, de hasta 5 cm de diámetro; en el mediastino se encontraron numerosas masas discretas o confluentes, de diversos tamaños, dispersas a lo largo de toda la cavidad torácica. Los linfonódulos mediastínicos mostraban linfoadenomegalia con zonas de pigmentación, negras, tanto en corteza como en médula. En el pericardio se hallaron tres lesiones focales de 2 cm de diámetro, circulares, con el centro deprimido y por debajo de ellas el miocardio del ventrículo derecho mostraba una lesión focal, circular, de 1 cm, con pigmentación marrón oscura. La pleura y el diafragma presentaban masas multifocales a coalescentes, nodulares, que infiltraban los músculos intercostales. La glándula adrenal izquierda, al corte mostró una lesión nodular, focal de 0.5 cm, negra, afectando la médula. Al análisis microscópico, se observó marcado pleomorfismo celular, con un pigmento negro granulado intracitoplasmático, nucléolos grandes excéntricamente ubicados dentro del núcleo, y en algunas células, nucléolos múltiples. Se evidenciaron numerosas figuras mitóticas por campo de 40X. En las masas cutáneas se observaban células individuales o pequeños nidos dentro de la porción basal de la epidermis, y en pequeños grupos en las capas superiores de la epidermis. Las células de las lesiones pulmonares, mediastínicas, miocárdicas y adrenales presentaban la misma morfología histológica que las anteriormente descriptas. Se realizó inmunohistoquímica indirecta, y las células neoplásicas mostraron inmunoexpresión de Melan-A y Vimentina, siendo negativa para citoqueratinas, confirmando el origen melanocítico de las células neoplásicas. El melanoma es una neoplasia maligna de los melanocitos, su presentación benigna se denomina melanocitoma. El melanoma no se puede diferenciar del melanocitoma en el examen macroscópico. Las neoplasias, de acuerdo a su grado de anaplasia, pueden estar altamente pigmentadas o no poseer pigmento melánico. El tamaño y el grado de pigmentación no son indicadores confiables del potencial maligno de estas neoplasias melanocíticas. Sin embargo, si el tumor invade profundamente el tejido subcutáneo y los planos faciales, debe considerarse maligno y confirmarse con histopatología. La metástasis ocurre a través de los vasos linfáticos a los linfonodos regionales y pulmones. Es usual que el melanoma maligno se disemine a otros tejidos del cuerpo, incluidos el cerebro, el corazón y el bazo, por ello es importante conocer su comportamiento biológico, e identificarlo rápidamente mediante las técnicas complementarias adecuadas para poder realizar un tratamiento correcto y temprano. En el presente caso, la falta de un diagnóstico precoz en la neoplasia primaria de la piel permitió la diseminación multisistémica, que comprometió severamente la calidad de vida del animal.