INVESTIGADORES
BABOT Maria Del Pilar
congresos y reuniones científicas
Título:
La transición de cazadores-recolectores a sociedades agro-pastoriles en Antofagasta de la Sierra (Puna de Catamarca): Estado de la cuestión y perspectivas
Autor/es:
HOCSMAN, SALOMÓN; BABOT, M. DEL PILAR
Lugar:
San Miguel de Tucumán
Reunión:
Congreso; XIX Congreso Nacional de Arqueología Argentina; 2016
Institución organizadora:
Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán
Resumen:
Las evidencias de un proceso local de cambio socioeconómico de grupos cazadores-recolectores a sociedades agro-pastoriles en Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina) entre los 5500 y los 1200 años AP son significativas y variadas, y comprenden, entre otros aspectos: disminución de la movilidad residencial, emergencia de territorialidad; interacción a grandes distancias implicando la obtención de elementos bióticos y abióticos e información sobre prácticas diversas y tecno-facturas; mayor densidad poblacional, sin involucrar necesariamente un incremento poblacional; intensificación en la explotación de animales y plantas, involucrando situaciones de domesticación/apropiación de técnicas productivas; incorporación de nuevas tecnologías como la cerámica; y desarrollo de determinadas prácticas rituales (Aguirre 2007; Aschero 2006, 2007, 2010; Aschero y Hocsman 2011; Aschero et al. 2014; Babot 2004, 2011, 2014a, 2014b; Babot y Hocsman 2015; Babot et al. 2012; Bobillo y Hocsman 2015; Cremonte et al. 2010; Escola et al. 2013a; Escola et al. 2013b; Hocsman 2002, 2006, 2014; Gonzalez Baroni et al. 2016; Grant Lett Brown 2015; Olivera 1998; Olivera et al. 2003; Reigadas 2000-2002; Rodríguez 2004; Urquiza y Aschero 2015; entre otros). En este marco, se presentan dos casos, uno diacrónico y otro sincrónico. El primer caso se relaciona con las prácticas y tradiciones culinarias vistas en la cuenta larga (5500-1000 años AP), en base al análisis de artefactos de procesamiento y de servicio. De esta forma, los modos de hacer en la cocina, pueden ser considerados al estilo de los habitus de Bourdieu (1997), como esquemas de conocimiento y acción encarnados en el cuerpo, mediante los cuales lo social y lo histórico se incorporan en el individuo. Estas disposiciones durables en estado incorporado favorecen la continuidad de los modos de hacer, pero, a la vez, constituyen una memoria que es activa y flexible, selectiva (Hirose 2009). En este sentido, las tradiciones culinarias (Goody 1995) que resultan de una trayectoria temporal, es decir, la historia culinaria compartida y anclada en un pasado común, no implica una norma estática o autoritaria, sino una posibilidad actualizada que se basa en experiencias precedentes, configuradoras de la acción presente (Blache 1988). Por lo tanto, la cocina de un grupo no puede concebirse como un legado inmutable; nuevas incorporaciones moldearán sucesivamente las performances culinarias (Bialogorski y Cousillas 1992), de tal manera que lo culinario no perderá su capacidad de sostener el sentido de pertenencia al grupo. El segundo caso, sincrónico, refiere a posibles prácticas de señalización de identidades hacia los 3500 años AP, desde los artefactos líticos tallados, específicamente, diseños de puntas de proyectil y utilización de materias primas, en sitios arqueológicos presentes en quebradas paralelas muy próximas entre sí. En los mismos espacios se ha planteado desde el arte rupestre una situación de variaciones en las representaciones de camélidos implicando diferentes ?estilos? dentro de la modalidad estilística Río Punilla, en un contexto de circunscripción espacial y de competencia por los recursos (Aschero 2006, 2007).