INVESTIGADORES
BABOT Maria Del Pilar
capítulos de libros
Título:
Almidones y fitolitos: desentrañando el papel funcional de los artefactos de molienda arqueológicos
Autor/es:
BABOT, MARÍA DEL PILAR
Libro:
Arqueología argentina en los inicios de un nuevo siglo (Oliva, F; de Grandis, N. y Rodríguez, J., comps.)
Editorial:
Laborde Editor para la Universidad Nacional de Rosario
Referencias:
Lugar: Rosario; Año: 2010; p. 665 - 673
Resumen:
Los microrrestos botánicos son distintos tipos de partículas microscópicas de origen vegetal, tales como gránulos de almidón, silicofitolitos, fitolitos de calcio y granos de polen-esporas que constituyen inclusiones celulares, partículas intercelulares y órganos. Los tres primeros son sustancias ergásticas, esto es, componentes orgánicos y minerales generados como productos de reserva o desecho del metabolismo de las plantas. Su producción diferencial está controlada genéticamente, por lo que las características morfométricas y propiedades ópticas resultantes poseen valor taxonómico (Esau 1976; Loy 1994; Mulholland y Rapp 1992). En un sentido más amplio, el análisis de micropartículas incluye también, la observación de otros elementos intra-celulares como anillos de celulosa, y fragmentos de tejido en estado carbonizado o deshidratado. Además, partículas de origen animal como esferulitas, y restos de organismos biológicos como diatomeas, crisoficeas y esponjas, siendo denominados, en conjunto, como microfósiles. Las propiedades y morfología de los microrrestos vegetales han sido objeto de estudio desde fines del siglo XIX con propósitos industriales y taxonómicos, constituyendo líneas de investigación con cierta tradición en los campos de la biología y la geología. Pero, debido a sus características particulares de supervivencia y a su valor taxonómico, desde hace un par de décadas (Pearsall 1989) los microrrestos también han comenzado a ser utilizados en el ámbito de la arqueología, como indicadores o elementos diagnósticos de la presencia de plantas en lugares en donde los procesos de descomposición de la materia orgánica no han permitido la supervivencia de macrorrestos vegetales (Pearsall 1994). Cuando una planta muere, sus partes perecederas se descomponen pero los microrrestos pueden ser liberados y acumulados en un lugar próximo (Mulholland y Rapp 1992; Piperno 1990), con altas expectativas de conservación como componentes estables en suelos y artefactos, aún en sitios a cielo abierto (Loy 1994; Mulholland y Rapp 1992; Radley 1943). Como parte de una tendencia general de los estudios paleoetnobotánicos, es decir, aquellos interesados en las características de las interrelaciones entre las plantas y los grupos nativos en el pasado (Cotton 1998), el interés actual en los restos vegetales microscópicos, ha trascendido el mero fin clasificatorio e identificatorio. El eje central de las investigaciones está pasando por su utilización para la resolución de problemas concretos de índole arqueológico, a veces en combinación con otros tipos de evidencias. Es en este sentido que se han ido desarrollado los estudios de microrrestos vegetales en contextos arqueológicos, cada vez con mayor frecuencia y diversidad. Un tema recurrente ha sido el reconocimiento de la presencia y/o utilización de vegetales en estudios de uso del espacio y áreas de actividad. Se han aportando nuevos datos a los problemas de las características y cronologías de la domesticación vegetal (Pearsall 1994; Piperno et al. 2000), la asignación funcional de utensilios y cuestiones relevantes a la dieta (Babot 2001; Fullagar y Field 1997; Kealhofer et al. 1999; Loy 1994; Loy et al. 1992; Piperno et al. 2000), las secuencias de procesamiento de alimentos (Juan-Tresserras 1998) y los cambios vegetacionales ligados a la acción antrópica (Boyd et al. 1998). Por otro lado, se han desarrollado investigaciones de base destinadas a generar conocimientos de referencia para facilitar la identificación taxonómica (Babot et al. 2003; Cortella y Pochettino 1990, 1995; Korstanje y Babot 2002), se han llevado a cabo análisis de las posibilidades de contaminación de los residuos (Barton et al. 1998) y de los aspectos tafonómicos pre y postepositacionales que afectan su supervivencia (Babot 2003; Therin 1994). Los microvestigios botánicos han servido, además, para la identificación de macrorrestos vegetales carbonizados de difícil asignación (Oliszewski et al. 2003; Pochettino y Scattolín 1991). Nuestro interés, en particular, es el conocimiento de las prácticas de molienda arqueológicas en las áreas valliserrana y puneña del Noroeste Argentino y, para ello, el análisis funcional de los artefactos directamente relacionados con esas actividades -molinos, morteros y manos de moler- se ha convertido en un punto central de la investigación. Aunque los artefactos de molienda constituyen vestigios comunes en los sitios del área, su asignación funcional por referencia a las evidencias directas de la molienda halladas en sus superficies no ha sido frecuente. Tomamos ésto en nuestro trabajo, teniendo en cuenta que, según la experiencia mundial al respecto, aún cuando no son visibles a simple vista, los restos microscópicos pueden estar presentes, posibilitándonos una vía para la identificación funcional.En este marco, la intención de este trabajo es exponer nuestra experiencia con el análisis de microfósiles recuperados en artefactos de molienda arqueológicos del Noroeste Argentino, en términos de metodologías aplicadas, resultados parciales y sus derivaciones, expectativas y posibilidades a futuro.