IBS   24490
INSTITUTO DE BIOLOGIA SUBTROPICAL
Unidad Ejecutora - UE
informe técnico
Título:
Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté (Panthera onca)
Autor/es:
PAVIOLO, A.; DI BITETTI, M. S.; DE ANGELO, C.
Fecha inicio/fin:
2016-01-01/2016-12-31
Páginas:
42-45
Naturaleza de la

Producción Tecnológica:
Información científica técnica y recomendaciones de conservación y manejos de especies amenazadas
Campo de Aplicación:
Medio terrestre-Conservacion
Descripción:
Las poblaciones de yaguareté que subsisten en los fragmentos a lo largo del Bosque Atlántico de Sudamérica se encuentran altamente amenazadas (Leite., 2002, De Angelo et al., 2011b, Paviolo et al., en revisión). De ellas, la población del Corredor Verde de Misiones y áreas cercanas de Brasil, es la de mayor tamaño poblacional y la que tiene mejores probabilidades de persistir a largo plazo (Eizirik et al., 2002; Sanderson et al., 2002; De Angelo et al., 2013, Paviolo et al., en revisión). Esta población ha sido identificada como una ?unidad de conservación de jaguares? dentro del rango de distribución de la especie (Sanderson et al., 2002). A nivel de paisaje, la presencia de yaguareté en el Bosque Atlántico en la región del Alto Paraná (Selva Paranaense) está asociada positivamente con los grandes fragmentos de bosque nativo (>100 km2) y las áreas protegidas, y negativamente con la agricultura y las pasturas para ganado (De Angelo, 2009; De Angelo et al., 2011a, 2011b y 2013). Por ello, en el Corredor Verde el ambiente adecuado para los jaguares se restringe a alrededor de 9.000 km2 que contienen buenas condiciones (De Angelo, 2009; De Angelo et al., 2011a y 2011b). Sin embargo, el Corredor Verde está siendo fragmentado y su población de yaguareté quedará probablemente separada en dos o tres más pequeñas si los actuales procesos de cambio de uso de la tierra siguen su curso (Martínez Pardo, 2014). Además, en el Corredor Verde hay una dinámica de fuentes y sumideros, con un área de crecimiento poblacional positivo o fuente (Parque Nacional Iguazú de Argentina y sus alrededores), y otra, mucho mayor, con crecimiento negativo o sumidero (Lonsdorf et al., datos no publicados). Los sumideros podrían tener un efecto negativo sobre las fuentes, ya que muchos de ellos podrían estar funcionando como sumideros atractivos (áreas con buenas condiciones de hábitat a nivel de paisaje pero altas amenazas) hacia las que migran muchos individuos (De Angelo, 2009; De Angelo et al., 2011a).El primer estudio de uso del hábitat y dieta de esta población fue realizado por Crawshaw (1995) en los Parques Nacionales do Iguaçu (Brasil) e Iguazú Argentina), quien estimó una densidad poblacional de 3,7 yaguaretés adultos cada 100 km2. Utilizando esta información, Eizirik et al. (2002) elaboraron un análisis de viabilidad poblacional de los jaguares del Corredor Verde, que indicó que esta población tenía altas probabilidades de supervivencia en el largo plazo. Sin embargo, varios parámetros usados en ese análisis fueron poco precisos y muy optimistas (E. Eizirik, com. pers.). Estudios posteri ores realizados con trampas cámara en el Corredor Verde de Misiones entre 2003 y 2006 arrojaron valores de densidad de entre 0,2 y 1,74 individuos adultos cada 100 km2 dependiendo del nivel de protección del área (Paviolo et al., 2008 y 2009a). Estos valores indicaron que esta población declinó entre 1995 y 2002, y que en el año 2006 la población del Corredor Verde estaba compuesta por entre 25 y 53 individuos (Paviolo et al., 2008 y 2009a). Evaluaciones poblacionales posteriores desarrolladas entre el 2008 y el 2014 han mostrado un incremento leve pero sostenido de la población, la cual está compuesta actualmente por entre 51 y 85 individuos (Paviolo et al., en revisión).De acuerdo al análisis de viabilidad poblacional desarrollado por nuestro equipo de trabajo en colaboración con científicos del Lincoln Park Zoo de Chicago (Lonsdorf et al.), si se mantienen las amenazas actuales, la población de yaguareté del Corredor Verde tienen una baja probabilidad (< 10%) de supervivencia en el largo plazo (50 años). Este análisis identificó a la caza como la principal amenaza para esta población. El yaguareté es eliminado como respuesta a la depredación de ganado (Schiaffino et al., 2002; Conforti y Azevedo, 2003), y como producto de la caza de esparcimiento o por temor (Crawshaw, 1995 y 2002; Paviolo et al., 2008; Paviolo, 2010). La incidencia de las distintas causas de mortalidad puede ser variable entre distintos periodos. Entre 1995 y 2002, la mayor parte de los animales fueron eliminados por conflictos con humanos por la depredación de ganado doméstico, mientras que en el periodo comprendido entre 2003 y 2009 la mayor parte de los animales fueron eliminados por cazadores que buscaban activamente a otras presas (Paviolo, 2010). Esta variación en las causas de mortalidad probablemente se debieron a fluctuaciones en la abundancia poblacional del yaguareté y la de sus principales presas (Paviolo, 2010).En el Bosque Atlántico el yaguareté consume fundamentalmente ungulados (Crawshaw, 1995; Azevedo, 2008; Palacio, 2009). Estas especies son también las presas más buscadas por los cazadores (Paviolo et al., 2009a) y la caza puede afectar indirectamente al yaguareté, al reducir la abundancia de sus presas y la capacidad de carga del ambiente. Esta baja densidad de presas tiene otros efectos negativos en el yaguareté. En los fragmentos de bosque, a medida que el tamaño de los territorios de los individuos aumenta y conforme decrece la densidad de sus presas, una mayor proporción de la población de estos felinos entra en contacto con el borde de los fragmentos y con animales domésticos, promoviendo el conflicto con ganaderos (Conforti y Azevedo, 2003; Azevedo, 2008) e incrementando el riesgo para los jaguares de ser eliminados (Paviolo et al., 2009a). Los pecaríes (labiado, Tayassu pecari, y el de collar, Pecari tajacu) representan más de 50% de la biomasa de animales ingeridos por el yaguareté en la región (Crawshaw, 1995; Azevedo, 2008; Palacio, 2009) y probablemente tienen un rol clave en la conservación de la especie. Los pecaríes labiados casi desaparecieron del norte del Corredor Verde a mediados de la década de 1990 (Azevedo, 2008; Paviolo et al., 2009a) y se produjo un cambio en la dieta del yaguareté. Los pecaríes labiados eran la presa más consumida antes de 1995 (Crawshaw, 1995), pero estuvieron completamente ausentes 10 años más tarde en estudios de dieta desarrollados en la misma área de estudio (Azevedo, 2008; Palacio, 2009; Paviolo, 2010). La desaparición de los pecaríes labiados, por causas aún no entendidas, puede haber contribuido a la alta incidencia de conflicto con los ganaderos y al colapso poblacional ocurrido entre 1995 y 2002 (Paviolo, 2010, Paviolo et al., 2008). Del mismo modo, relevamientos recientes sugieren una paulatina recuperación del pecarí labiado en el Norte del Corredor Verde, lo que coincide con la recuperación de la población de yaguareté (Paviolo et al. datos no publicados).De acuerdo al análisis de viabilidad poblacional de yaguareté, si se redujese la caza, la mayor amenaza a esta población la constituiría la muerte por atropellamiento de vehículos. Existen numerosos registros de yaguaretés y otros grandes felinos (pumas, ocelotes) muertos a causa de colisiones con vehículos en rutas del Bosque Atlántico (Crawshaw, 1995; L. Cullen, com. pers.; Di Bitetti, Paviolo y De Angelo, obs. pers.). Esta problemática se ha profundizado en los últimos años en el norte del Corredor Verde donde al menos cuatro individuos de yaguareté fueron atropellados, y aparece como una amenaza creciente a esta población. Considerando el aumento del tránsito y las mayores velocidades de desplazamiento de vehículos por el asfaltado de rutas en la región, se hace indispensable la aplicación de medidas tendientes a reducir la posibilidad de atropellamiento en áreas importantes para la conservación de la especie.En cuanto al estado genético de esta población, Haag et al. (2010) compararon la estructura genética de 13 locimicrosatelitales de cuatro subpoblaciones de jaguares del Bosque Atlántico del Alto Paraná de Brasil y Argentina, que incluyen a la del Corredor Verde, y encontraron evidencia de pérdida de variabilidad genética en las mismas. La variabilidad genética estuvo positivamente correlacionada con el tamaño poblacional, siendo mayor en la población del Corredor Verde respecto a las otras subpoblaciones. A pesar de la reciente fragmentación del paisaje (30- 40 años de aislamiento), ya existe una diferenciación entre estas subpoblaciones como resultado de la deriva génica, lo que sugiere que, en el futuro, habrá que tomar medidas de manejo para mantener la diversidad genética de estas subpoblaciones y el flujo génico entre las mismas (Haag et al., 2010). Otro factor que podría afectar negativamente al yaguareté, pero cuyos efectos no son adecuadamente entendidos, es la competencia indirecta por el alimento con el puma. En el pasado, el yaguareté habría sido más abundante que el puma en la región (Crespo, 1982), una relación que se ha revertido en tiempos recientes (Paviolo et al., 2009b). La respuesta poblacional del puma a los impactos antrópicos es similar a la del yaguareté (De Angelo, 2009; De Angelo et al., 2011a), y las densidades poblacionales de ambas especies covarían en el Corredor Verde (Paviolo et al., 2009b, Di Bitetti et al., 2010). Sin embargo, los pumas tienen un mayor rango de tolerancia a los efectos antrópicos y alcanzan, en el Corredor Verde, densidades poblacionales entre 1,4 y 7 veces mayores que las del yaguareté (Paviolo et al., 2009a). En áreas con alta presión de caza, los pumas podrían ser competidores más eficientes que el yaguareté, lo que podría afectar a las poblaciones de esta última especie (Paviolo, 2010). Finalmente, una amenaza a esta población aún no evaluada adecuadamente la constituyen las enfermedades. Algunas poblaciones de grandes carnívoros han sido diezmadas por enfermedades en otras regiones del planeta, y dado el pequeño tamaño de esta población es una potencial amenaza importante a la conservación de la especie en la región. Perspectivas y acciones de conservación El conocimiento generado sobre los jaguares en la Selva Paranaense fue volcado en un proceso participativo hacia un Plan de Acción para la conservación de esta especie que contiene un mapa (Paisaje de conservación del yaguareté) que permite direccionar estas acciones (Schiaffino et al., 2011; De Angelo et al., 2013). Entre las áreas de manejo definidas en este mapa, las principales son las áreas núcleo, que son aquellas que aún mantienen condiciones del hábitat relativamente buenas para el yaguareté y donde las presiones humanas son menores, definiendo así las regiones con mayor probabilidad de encontrar a la especie. Muchas de estas áreas núcleo contienen o se conforman de áreas protegidas. La Provincia de Misiones tiene más de 60 áreas protegidas entre parques nacionales, parques provinciales, municipales, y reservas privadas y de uso múltiple. Las áreas protegidas representan 15% del territorio provincial y 25% de los remanentes forestales de esta provincia, en total más de 4000 km2. No todas estas reservas son de protección estricta y la capacidad de control y para aplicar la legislación en las mismas es variable. Existe una clara relación entre la cantidad de recursos invertidos en las áreas protegidas de Misiones (p. ej., el número de guardaparques), el nivel de actividades extractivas ilegales ejercido en el área (p. ej., caza), y la abundancia de ungulados (Di Bitetti et al., 2008a; Paviolo et al., 2009a) y de grandes felinos (yaguaretés, Paviolo et al., 2008; pumas, Paviolo et al., 2009b; ocelotes, Di Bitetti et al., 2008b, 2010). De esta manera, la asignación de recursos para la protección de estas áreas y las de sus zonas adyacentes aparece como la estrategia más efectiva para la conservación del yaguareté en el Bosque Atlántico de Misiones. Adicionalmente será necesaria la creación de nuevas áreas protegidas pequeñas en áreas puntuales para consolidar estas áreas núcleo. Otras áreas de gran importancia a nivel de conservación son los corredores que unen a estas áreas núcleo y aquellas áreas que necesitan recuperarse para recuperar la conexión o reducir las presiones sobre estas áreas (Schiaffino et al., 2011; De Angelo et al., 2013). La aplicación de políticas de planificación territorial y de desarrollo estratégico en estas áreas es de vital importancia, como también el buen diseño y mitigación de obras como las rutas que en general afectan estas regiones (Martínez Pardo, 2014; Martínez Pardo et al., en preparación).Si se logran aplicar el Plan de conservación de la especie en Misiones, estimamos que la región podría sostener una población de yaguareté de entre 150 y 250 individuos. A escala regional, será muy importante la coordinación y planificación a nivel trinacional a fin de manejar la población del Corredor Verde en relación a las otras poblaciones remanentes de yaguareté del Bosque Atlántico. Esto será fundamental para la preservación a largo plazo del depredador tope en uno de los ecosistemas más amenazados del planeta (Paviolo et al., en revisión).