IGEHCS   24394
INSTITUTO DE GEOGRAFIA, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
La frontera norte de México. De la expansión hacia el Lejano Oeste al poblamiento del Septentrión
Autor/es:
SARA ORTELLI
Libro:
Heterodoxia y fronteras en América Latina
Editorial:
Teseo
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2013; p. 271 - 290
Resumen:
El Septentrión novohispano fue un territorio sobre el que España ejerció escasa dominación durante el periodo colonial. En las primeras décadas del siglo XIX se produjeron una serie de transformaciones en la organización y articulación del imperio español en América que en las latitudes septentrionales estuvieron enmarcadas en dos procesos. Uno de ellos, general a todos los dominios españoles, fue la crisis y desestructuración del sistema colonial a partir de la irrupción del ciclo bélico que comenzó en la península y se extendió a los territorios de ultramar. El otro proceso, particular del Septentrión novohispano, fue la paulatina expansión de los Estados Unidos hacia los territorios del sur y suroeste, sobre los que España ostentaba, habida cuenta de la escasa presencia de población y asentamientos hispanos en esas zonas. La penetración de pobladores estadounidenses en esas regiones fue emprendida y apuntalada, en gran medida, con base en actividades comerciales, que ampliaron y profundizaron con nuevos bríos desde principios del siglo XIX las relaciones que se venían estrechando desde tiempo atrás. Una vez consumada la independencia de México, el establecimiento de los límites jurisdiccionales del país en ciernes escindió espacios que anteriormente habían estado articulados, pero que en la época independiente pasaron a formar parte de entidades diferentes. A la vez, los transformó y reorientó, en función de las necesidades de los nuevos tiempos, que desembocaron más tarde en el proceso de construcción del estado nacional, como así también del mercado interno y de la nueva constelación de relaciones en el ámbito internacional. Este proceso tuvo lugar tanto al interior de la joven nación mexicana, como hacia el exterior, con respecto a su país vecino del norte, que también llevaba adelante su propio proceso de construcción del estado nacional. Andando el siglo, los liberales mexicanos entendieron que sobre ese extenso espacio debía instrumentarse un proyecto colonizador al que veían como la solución a varios problemas estructurales que lo habían caracterizado. La colonización sería, así, una respuesta ante la escasez de población, el peligro de la pérdida y desintegración de esa parte de la joven nación frente a la amenaza de expansión de potencias extranjeras, la necesidad de controlar los ataques e incursiones de los bárbaros, de fomentar la agricultura y de fortalecer e incrementar una clase media de terratenientes y de pequeños propietarios rurales frente a los grandes y poderosos latifundistas.