Memorias en tensión dentro del museo franciscano de Buenos Aires: A propósito de la quema de las iglesias en el ocaso del primer peronismo (1955)

PATRICIA FOGELMAN

Münster

Workshop; Coloquio Investigaciones nuevas en la historiografía latinoamericana de la Cátedra de Historia de América Latina De la Westfälische Wilhelms-Universität Münster; 2014

Westfälische Wilhelms-Universität Münster, Departamento de Historia

Este es un trabajo de investigación histórica referido a los discursos visuales sobre el pasado, a las construcciones que la memoria pone en juego al exhibir el patrimonio museográfico de una orden religiosa en Buenos Aires. Los franciscanos llegaron a la ciudad en 1583. Su acervo destaca y contiene piezas artísticas y litúrgicas coloniales y algunas post-revolucionarias. Pero es el incendio de las iglesias porteñas durante junio de 1955, atribuido al gobierno peronista, y particularmente la forma de la exhibición de objetos franciscanos a partir de 2007 hasta hoy, donde esta ponencia tendrá su centro. La destrucción de imágenes, la profanación de objetos litúrgicos, el fuego en las sillerías y altares del convento de San Francisco, han dejado grandes heridas que se pueden ver en columnas calcinadas, imágenes de bulto corroídas por las llamas, tapices de relleno, en numerosas fotografías y postales recordatorias del incendio. Y aún se puede oír el rencor en la voz de algunos frailes. Sin embargo, ciertos miembros de la Tercera Orden que crearon el Museo Bottaro han montado una vitrina y un gran banner de recuerdos de la amistad de un fraile peronista (Pedro Errecart, ya fallecido) con Perón y con Eva Duarte, destacando una serie de imágenes y objetos personales que considero sobredimensionan su figura, desequilibrando la memoria de la tensión histórica entre Iglesia y peronismo (ver: Caimari, Bianchi y Di Stefano, entre otros). Esta manipulación del poder y funciones de ciertas imágenes y objetos (ver: Freedberg, Schmitt, etc.) genera una polifonía que, si bien es disonante, trata de equilibrar y armonizar a la Orden con el peronismo, mediante un ardid argumental visual, mitigando la voz de la historia en esos objetos dañados que -como diría Didi-Huberman- aún arde en sus imágenes y en sus cenizas.