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La nueva historia política argentina que se ha desarrollado en las últimas décadas ha subrayado el papel de la prensa como elemento constituyente y constitutivo de la política en las experiencias republicanas de ese siglo (y ha hecho uso profusamente de la prensa como material para el análisis de la política de la época). Sin embargo, no ha hecho del funcionamiento de las publicaciones y de los itinerarios de sus colaboradores un objeto de indagación privilegiado salvo notables excepciones. Tanto respecto de Buenos Aires como del resto del país, es bastante fragmentario el cuadro con que contamos respecto de la legislación que reguló la libertad de imprenta e incluso más escaso en lo que refiere al funcionamiento efectivo de esas normas en los juicios por delitos de imprenta y otras prácticas que marcaron límites al ejercicio de la libertad de expresión como el empastelamiento de imprentas, las penas de días de arresto a periodista que las cámaras legislativas estaban facultadas para dictar, así como los ataques más directos y violentos a directores, editores y colaboradores de esos diarios y periódicos.Estos son parte de los problemas por los que se interrogan los trabajos que me ha tocado comentar, que iluminan desde perspectivas diferentes la relación entre prensa y política en los años ochenta y noventa del siglo XIX.