INSTITUTO "DR. E.RAVIGNANI"   24160
INSTITUTO DE HISTORIA ARGENTINA Y AMERICANA "DR. EMILIO RAVIGNANI"
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
La Sociología frente al actor social. Una aproximación inicial a la sociología comprensiva
Autor/es:
EDUARDO GONZÁLEZ PEÑA; MALKA HANCEVICH; MARIANO MILLÁN
Libro:
Perspectivas Sociológicas
Editorial:
EUDEBA
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2015; p. 55 - 107
Resumen:
La sociología es una ciencia. Como todas las disciplinas conocidas se dedica a observar determinado tipo de fenómenos. Para ello, al igual que en otras áreas del conocimiento, no se realizan operaciones extraordinarias, sino que esos procedimientos son realizados de acuerdo a un método que se constituye mediante la acumulación y la superación de saberes. Prácticas tales como observar, tomar nota de esas observaciones, sacar conclusiones, por ejemplo, son absolutamente corrientes para todos nosotros. Sin embargo, lo que diferencia a la actividad científica de otras es el hecho de realizarlas sistemáticamente. Por ello, para comprender un poco mejor a qué se dedica la sociología comencemos por la experiencia cotidiana de nuestras vidas y tomémonos un tiempo para analizar algunas cuestiones relativas al accionar de las personas tal cual lo percibimos. En primer lugar, tenemos evidencia de que siempre, a cada momento, nos encontramos con que las personas actúan, y en una gran cantidad de ocasiones podemos ver que ellas lo hacen en relación a los actos de otros que conocen personalmente o bien otros anónimos de los cuales esperan determinadas acciones y reacciones frente a su propia actividad. Con esto queremos decir que casi siempre que actuamos lo hacemos en relación a las acciones de personas como nosotros, inclusive hasta nuestros actos más íntimos de satisfacción de necesidades biológicas, incluyen acciones en relación a los demás: compramos, regalamos, compartimos y vendemos a otros: comida, papel higiénico, colchones, casas, agua, etc. También, es válido recordar, orientamos nuestra acción por cuestiones tales como nuestros valores morales, afectos y costumbres. Así, por ejemplo, actuamos de forma altruista, nos enamoramos, peleamos o nos reunimos a festejar con otros en determinadas fechas en el año. Como sabemos por nuestra propia experiencia como personas que actuamos, las personas eligen hacer algo de un modo, luego cambian su decisión o simplemente la ratifican. A veces vemos que las personas omiten actuar ante determinadas circunstancias, lo que, bien sabemos, constituye una acción que es evitar actuar. En síntesis, en la vida cotidiana podemos percibir que las personas actúan. A su vez, si miramos un poco más podemos comprobar que las acciones de las personas motivan las de otras. Ante la actitud amable de alguien solemos ser amables, ante la hostilidad solemos ser hostiles o huir, ante la generosidad de alguien hacia nosotros respondemos con simpatía, por ejemplo. Es decir, todos sabemos bien que nuestras acciones se corresponden con las de otros, aunque más no sea en un nivel de persona a persona. Agregaremos otra complejidad a nuestras experiencias diarias: nuestras acciones suelen estar motivadas por acciones de otros, no solo de aquellos que conocemos, sino de otros anónimos que han ido estableciendo pautas para nuestras relaciones con los demás. Es así que usamos el dinero para comprar cosas porque sabemos que otros lo aceptarán, si nos encontramos perdidos en cualquier calle de Buenos Aires le pediremos orientación en castellano a un desconocido porque creemos que nos entenderá, suponemos que hay formas o temas que se hablan solo entre personas del mismo sexo, etc. Estas orientaciones generales para nuestra acción se basan en un orden cultural compartido, que reproducimos al actuar. Esto no significa que sea imposible actuar de otro modo, pues de hecho podemos encontrar situaciones puntuales que contraríen nuestras orientaciones generales, como puede ser que la persona a la que le preguntamos sea un turista alemán y no nos entienda o que la persona del sexo opuesto sea nuestro médico o psicoanalista. Lo importante en todo caso es que, si reflexionamos sobre nuestro propio actuar, debemos considerar lo siguiente: actuamos en relación a lo que otros, conocidos o anónimos han hecho y esperamos que hagan ante nuestra acción. Por supuesto, siempre que actuamos esperamos como muy posible determinado tipo de respuesta por parte de algún otro ser humano conocido o anónimo. Cada vez que uno abre la billetera espera que el comerciante acepte el dinero que nosotros extraemos de ella, así como cuando uno elige un regalo para un amigo supone que será de su agrado. Pero, ¿cómo sabemos esto? Hay, como hemos mencionado, una serie de parámetros culturales que conocemos por nuestra práctica y que aplicamos a cada situación diaria, sobre todo en lo relativo a nuestra relación con un otro anónimo o desconocido personal pero no socialmente. A su vez, en el caso de nuestras personas conocidas podemos saber, justamente porque las conocemos, cómo es posible que actúen ante determinadas situaciones: qué objetos serán de su agrado o de su desagrado, qué actitudes esperan de nosotros, entre otras cuestiones. Esto significa que cuando actuamos en relación a otros lo hacemos, al menos de hecho y no siendo necesariamente concientes de todo lo que ello implica, por motivación de acciones pasadas de otros o nosotros, y por acciones y reacciones que esperamos de otros sobre los que recaen las consecuencias de nuestras acciones. He aquí un tema muy interesante, que seguramente cualquier lector podrá advertir, haber pasado por la situación que sigue las consecuencias no buscadas de nuestras acciones. Uno cree que lo que hace tendrá determinado efecto, más aún, uno hace muchas cosas porque tendrán determinados resultados. Sin embargo, eso no siempre ocurre, inclusive muchas veces experimentamos respuestas totalmente adversas. Estas son las consecuencias no deseadas o no buscadas de la acción. Compramos un regalo y luego no percibimos que la persona que lo recibe sea feliz, tratamos con distancia a una persona con el objetivo de alejarla de nuestro camino y esa persona se siente aún más atraída hacia nuestra esfera de acción, etc. En estos casos vemos que hay una inadecuación de nuestro conocimiento sobre una persona concreta hacia la que dirigimos nuestra acción. Sin embargo, no siempre es tan simple el tema de las consecuencias no deseadas de la acción. En otras ocasiones podemos ver que realizamos acciones que en el largo plazo no tienen el resultado esperado, sobre todo porque en el cruce de acciones de muchas otras personas, lo que termina resultando es que nuestra acción genera una respuesta contraria a las intenciones que nos guiaban. Basta con pensar en las veces que los pequeños ahorristas del sistema bancario argentino se dejaron seducir por tasas de interés muy elevadas, para luego ser atrapados por un ?corralito? o mecanismos similares. Este breve y simple recorrido analítico sobre situaciones de la vida cotidiana ha sido realizado con el fin de poder ponernos en tema de algunas preocupaciones teóricas de la sociología y hacernos ver que corrientemente somos ?sociólogos primitivos? que nos adentramos sin instrucción ni método en la comprensión de lo social. A partir de las próximas páginas trataremos de ingresar en el terreno de la sociología como ciencia, explicando algunas cuestiones fundamentales de la teoría y su metodología.