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La formación o construcción del Estado nacional implicó asegurar la organización del poder y la dominación política en un territorio delimitado, y asegurar el ejercicio de esa dominación a través de un conjunto de instituciones. En las últimas décadas la historiografía revisó el relato canónico sobre ese proceso, sobre la base de estudios empíricos de casos que muestran la complejidad de sus derroteros. Los trabajos actuales se preguntan cómo se produjo la articulación de las múltiples experiencias locales, regionales e internacionales que dieron forma al Estado, y rescatan una diversidad de ideas y acciones de los protagonistas, así como proyectos que no llegaron a los resultados esperados. Sobre esas bases, los historiadores están brindando nuevas explicaciones acerca de cómo se edificó el sistema político entre 1853, cuando se sancionó la Constitución nacional, y 1880, para cuando habitualmente se considera que el Estado se había consolidado.