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La Sierra de Atapuerca (España), incluye un conjunto de sitios arqueopaleontológicos excepcionales para la investigación de la evolución humana en Europa. Su relevancia científica los ha hecho dignos de ser inscritos en la Lista de Sitios del Patrimonio Mundial (UNESCO 2000), otorgándoles una importante visibilidad internacional y potenciando su atractivo turístico, convirtiéndose en uno de los principales activos económicos de la región. A este respecto, los órganos asesores recomiendan que la gestión de cualquier sitio del patrimonio mundial incluya a las comunidades locales. Sin embargo, en la práctica, la participación de la comunidad no se implementa sistemáticamente. El caso de Atapuerca es un claro ejemplo para ser analizado desde esta perspectiva, ya que pone en escena una red desigual de relaciones entre los diversos grupos y actores involucrados en la gestión del patrimonio.En este trabajo se presentan los resultados de un estudio desarrollado en las localidades que rodean los Sitios, en base a una estancia de investigación con las comunidades. Los resultados más críticos muestran que las políticas de activación patrimonial del sitio no cumplieron con el mandato original de "participación social horizontal", dada la multiplicidad de actores involucrados en los procesos de gestión. Esto se puede leer como un déficit cuando se trata de reconocer las implicaciones sociales del patrimonio y la arqueopaleontología, ya que los valores culturales contemporáneos asociados y la diversidad de las comunidades involucradas no se tendrían en cuenta.