IBIMOL   23987
INSTITUTO DE BIOQUIMICA Y MEDICINA MOLECULAR PROFESOR ALBERTO BOVERIS
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Relato de una experiencia personal sobre la relación entre la docencia en un salón de trabajos prácticos con un grupo reducido de alumnos y la enseñanza en un aula con un grupo importante de alumnos.
Autor/es:
SEMPRINE, JIMENA; REPETTO, MARISA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; Primer Congreso en Docencia Universitaria. Universidad de Buenos Aires.; 2013
Institución organizadora:
Universidad de Buenos Aires
Resumen:
El paradigma central de las investigaciones realizadas en el marco de mejoras en la calidad de la enseñanza de la Química reside en la premisa de considerar como central el rol del docente (Camacho-Gonzalez, 2008). La habilidad del docente es necesaria para impartir una buena enseñanza, para ello es indispensable que el docente tenga claro y definido el objetivo de su práctica docente (Brown, 1975). Este relato describe la experiencia de una farmacéutica egresada de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, docente auxiliar de la asignatura Química General e Inorgánica. El objetivo de este relato es reconstruir experiencia pedagógica que permite repensar las prácticas docentes desde el rol del docente situado en distintos escenarios en su vida profesional y académica: docente-estudiante (ayudante de segunda), docente-graduado en el laboratorio de trabajos prácticos, docente-graduado en aula de seminarios, investigador científico y profesional en la industria farmacéutica. Relato de una experiencia significativa: A través de este relato intentaré contar y transmitir mi experiencia personal en este oficio hermoso, pero a veces difícil, que es el de ser docente; haciendo hincapié en las vivencias y sensaciones que experimenté en la transición de ser ayudante de mesada en un laboratorio de trabajos prácticos con un grupo reducido de alumnos, a ser encargada de una comisión y estar al frente de un aula con aproximadamente 70 estudiantes en frente. Mis primeros pasos como docente fueron en la Cátedra de Química General e Inorgánica, de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, en donde aún me encuentro actualmente. Aquí comencé a dar clases como ayudante luego de haber recibido durante casi un cuatrimestre, un entrenamiento exhaustivo en la escuela de ayudantes. Por aquellos años tenía mucho entusiasmo y ganas de aprender con detalle absolutamente todo lo referido a cada trabajo práctico que debía enseñar. Si bien estaba cursando simultáneamente las materias correspondientes a la carrera, hacía que el tiempo que tenía disponible para dedicarme a la docencia no fuera suficiente, siempre encontraba la forma de poder cumplir con mis alumnos y con mis obligaciones personales. Las clases se desarrollaban en el salón de trabajos prácticos con un grupo reducido de alumnos, donde yo sentía una especie de confianza y “complicidad” con ellos, por el hecho de que yo también era alumna de la facultad y estaba viviendo las mismas experiencias, cursando varias materias, rindiendo parcialitos y haciendo trabajos prácticos, en una relación docente-alumno y una relación de compañerismo entre ellos y yo. En este contexto, el alumno siente más confianza para acercarse al ayudante a consultar dudas de la materia sin temor, sin vergüenza y sin preocuparse por preguntar algo absurdo. Las dudas planteadas no solo eran de la materia en particular, sino también de la carrera en general, con lo cual el rol de docente que cumple un ayudante es más abarcativo, participa en la formación del alumno, en lo referido a la materia que enseña, y en la orientación en base a las experiencias personales que ha vivido. Luego de dar clases como ayudante durante nueve años, comencé a ejercer la docencia desde otro lugar muy distinto … comencé a dar clases como encargada de una comisión, con la gran diferencia que la única preparación previa con la que contaba, era mi experiencia personal en las clases que había dado como ayudante. A partir de esta nueva experiencia, o mejor dicho, éste nuevo desafío, considero que es importante puntualizar tres aspectos fundamentales: - En primer lugar, tuve que comenzar a enseñar la materia en un contexto más extenso y completo, al mismo tiempo que pasé de tener aproximadamente 15 alumnos a tener un número cercano a 70. - En segundo lugar, pero no por eso menos importante, también hubo un cambio físico ya que pasé de estar en un laboratorio de trabajos prácticos, a estar en un aula de la facultad. - En tercer lugar, me di cuenta de que los alumnos ven al docente con mayor distancia y ya no como un “compañero que está más avanzado en la carrera”. Estos hechos repercuten de manera diferente en lo que respecta, por un lado a lo personal y por otro lado, al trato con los alumnos: § Puedo decir que en lo personal, volví a sentir el mismo entusiasmo y las mismas ganas que había sentido cuando empecé a dar clases como ayudante, preparando cada clase con toda la dedicación y el mayor esfuerzo posible para que sea completa y clara. Por otro lado, el hecho de estar frente a tantos alumnos hace difícil captar la atención de todos, saber si están siguiendo la clase en conjunto, evitar que se dispersen, conocer los problemas y dificultades de cada uno en particular. Y esto es algo que no había experimentado dando clases como ayudante. § Con respecto a los alumnos, se percibe un gran cambio en el trato y la confianza que ellos demuestran. Ellos mismos ponen mayor distancia en la relación docente-alumno y una gran mayoría siente vergüenza y temor de hacer preguntas frente a toda la clase, prefiriendo evacuar sus dudas en forma personal al finalizar la clase, en las clases de consultas, o con los ayudantes durante los trabajos prácticos. En base a esta experiencia personal, mi mayor desafío como docente es lograr que los alumnos se a todos los docentes de la cátedra, tratando de que la docencia sea un trabajo en conjunto y articulado, en un contexto de confianza y contención que le permita al alumno aprender. Sin dudas, esta forma de trabajo, se verá reflejada en el entusiasmo, rendimiento y motivación de los alumnos. Conclusiones. A partir del relato de una experiencia significativa el docente puede repensar sus prácticas, buscando en su experiencia personal, conocimientos adquiridos que pueden aplicar en el contexto de sus clases con el fin de enriquecerlas. En el marco del modelo de investigación-acción, la narrativa de estas experiencias permite detectar fortalezas y debilidades de las prácticas docentes, y a partir de las mismas, desarrollar acciones que contribuyan a mejorar la enseñanza.