IDACOR   23984
INSTITUTO DE ANTROPOLOGIA DE CORDOBA
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Uma história de medo. Pessoas, montanhas e relações assimétricas nos Andes meridionais
Autor/es:
PAZZARELLI, FRANCISCO
Lugar:
Río de Janeiro
Reunión:
Workshop; Núcleo de Antropología Simétrica (NANSI); 2018
Institución organizadora:
Programa de Posgraduación en Antropología Social-Museo Nacional, Universidad Federal de Río de Janeiro
Resumen:
En esta presentación voy a intentar seguir una descripción, desdoblada en dos, que se ocupa de un ?mismo? evento acontecido en Huachichocana, una pequeña comunidad de Jujuy (Argentina). Huachichocana y su gente, los huacheños, viven entre los 3000 y 4200 metros, en un territorio de quebradas muy angostas que se abren a medida que se sube en altura para terminar en extensas pampas donde el viento chega até os ossos. Por esos lugares, los huacheños transitan diariamente para pastorear los animales, buscar agua, trabajar y regar los campos, bajar hasta los pueblos más cercanos o llegar hasta la escuela. Muchos de estos caminhos internan en la soledad de los cerros, donde se divide el espacio con ?otros? a los que generalmente hay que pedir permiso o pagar algo para poder transitar sin problemas. Esos -otros- incluyen a la propia tierra, a los cerros, a la Pachamama, a los diablos, a Coquena, a los animales salvajes, a Gendarmería que controlan las fronteras, a las vertientes de agua e incluso a cada una de las piedras del camino, pues potencialmente todos pueden llegar a querer entrar en relación con el caminante. Estas relaciones, no obstante, no siempre son deseadas ni valoradas: muchos de estos seres están siempre con hambre y con ganas de comer a las personas, un deseo interminable que se expresa a través de las variaciones del agarrar, enfermar, soplar. En el cerro se aprende muy rápido que las personas somos deseadas de formas que ni siquiera llegamos a imaginar. Todos te quieren para sí y el código de ese particular parentesco nunca evita la masticación y la digestión.En el mes de agosto, todas estas relaciones se intensifican: es momento en que la tierra reclama ser atendida mediante diferentes comidas rituales. La tierra está especialmente abierta, más sedienta que lo normal y dispuesta a dar el zarpazo necesario sobre aquellos que no consigan controlar sus emociones o comportamientos. Cualquier excusa será buena para que la Pacha se coma a quien sea lo bastante estúpido para quebrar justo entonces las reglas de la buena conducta. En agosto, finalmente, es cuando mejor se expresa el aspecto no romántico de las relaciones con el paisaje, cuando mejor se perfila su carácter parcialmente peligroso y cuando mejor se diluyen las formas de cualquier discurso sobre la cosmopolítica de la Pachamama que desobedezca las enseñanzas de los cerros y evite hablar de las formas concretas en que la tierra mastica y digiere a los hijos que ella misma cría, cuspindo los huesos pelados al año siguiente. Entonces, con la certeza de que nada está por fuera de las entrañas de la tierra, la descripción que sigue es una historia de agosto. O como un amiguito huacheño me sugirió alguna vez, una historia de miedo.