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Este es un libro perturbador. Nos pone constantemente frente a un mundo de metáforas sobre la memoria y la política, sobre el discurso y las imágenes, sobre la materialidad del recuerdo y sus literales planteos. Pero sobre todo es un libro que nos interpela y nos pone frente a nosotros mismos. Este libro nos habla de Chile. De un Chile de dolor pero de luchas constantes. De pasados y de presentes que no dejan de perforar las superficies donde la memoria parece tranquilizarse. Un libro donde hay mujeres y hombres con relatos dignos y relatos indignos. Un libro que nos habla de la voracidad de mercado de la memoria frente a las memorias dignas de las víctimas. Con asimétricas relaciones que manipulan el pasado y pretenden cegar con luces de colores el presente. Pero es un libro que también habla de nosotros y permite entrar en una densidad analítica comparativa aunque no se lo proponga su autora.