IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
Conversaciones sobre todas las cosas
Autor/es:
LEANDRO GARCÍA PONZO; MARCELA RIVERA HUTINEL
Editorial:
Prometeo
Referencias:
Año: 2014 p. 186
ISSN:
9875746037
Resumen:
En 1661, a la edad de cuarenta y ocho años, el gentil-
hombre normando Charles de Marquetel de Saint-Denis,
señor de Saint-Évremond (1614-1703), debe abandonar
abruptamente su Francia natal, sin siquiera sospechar
que en los cuarenta y dos años que aún le restan por vi-
vir su mirada no volvería a entrecruzarse con esos cielos.
Atrás quedarían sus años de formación con los jesuitas del
Colegio de Clermont, donde aprende el latín como una
lengua viva, y lee a escondidas de sus maestros el Satiricón
de Petronio; también sus estudios de filosofía y derecho
en Caen, que prontamente se resuelve a abandonar, sin-
tiéndose más atraído por las aventuras de una carrera mi-
litar que por los pálidos honores que presumía adheridos
tanto a las doctas especulaciones como a la vida consagra-
da a la toga. Atrás quedarán, igualmente, los recuerdos de
sus logros y avatares en los campos de batalla (el sitio de
Arras, los enfrentamientos de Rocroy y Friburgo, la gra-
ve herida recibida en Nordlingen, la estancia en Guyena),
su fama de certero esgrimista (sus camaradas de escuela
convirtieron en leyenda la dirección acerada de su espada,
refiriéndose a un golpe temible que llevaba su nombre:
12 Marcela Rivera Hutinel
la estocada de Saint-Évremond), y su título de Mariscal
de Campo, concedido por un joven Luis XIV en 1652.
Su memoria guardará, asimismo, su intervención en va-
rios asuntos diplomáticos (formó parte de la comitiva
que, en 1659, viajó a España para firmar el Tratado de los
Pirineos); sus ?largas conversaciones? con Gassendi, que
reafirman sus prevenciones frente a la metafísica y sus ?ra-
zonamientos retorcidos sobre la inmortalidad del alma?1
pero que fomentan su inclinación por la ética de Epicuro
y su sabiduría en el ?uso de los placeres?; sus visitas a los
salones literarios parisinos, donde se daban encuentro los
espíritus refinados de su tiempo, y donde aprende que la
delicadeza del gusto, sin la del espíritu, pierde su potencia
como modo de vida, arriesgando convertirse en vana pre-
sunción; así como también sus estrechos lazos de amistad,
en especial aquel que lo unía a Ninon de Lenclos, a la que
llamaba su moderna Leontina, en honor de su compartido
amor por el filósofo del jardín.