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Juan Pedro Esnaola nació en Buenos Aires en 1808 en el seno de una familia vasca. Su tío, José Antonio Picasarri era el maestro de capilla de la Catedral Metropolitana con quien debió emigrar a Europa en 1818. De acuerdo con las principales fuentes, estudió composición musical en el Conservatorio de París, y en Madrid tomó clases privadas. Regresó al país en 1822 e inició su carrera como compositor y maestro de música alcanzando una destacada actuación en el medio porteño. La revisión, catalogación, estudio y análisis de la producción religiosa del compositor argentino ha estado bastante limitada, hasta ahora, por la falta de interés y atención al desarrollo de prácticas musicales más allá de los límites de la ciudad de Buenos Aires, capital del país. El presente trabajo se propone restituir una imagen más completa de la actividad del músico argentino que tenga en cuenta la circulación nacional de su producción sacra, evidenciada en la presencia de sus obras en distintos repositorios religiosos del centro del país (sólo recientemente señalada, y quizás aún no descubierta en su totalidad), que permite dar cuenta de su importancia y prestigio como compositor en un ámbito geográfico amplio, no limitado a la sola ciudad de Buenos Aires Nos encontramos con la posibilidad de realizar este estudio gracias a la circulación que hemos podido documentar por la localización de composiciones de Esnaola en archivos musicales de tres conventos franciscanos situados en Mendoza, Córdoba y Buenos Aires. Se trata de una Tercia, en varias versiones, y unos salmos de Vísperas que no aparecen en los catálogos hasta ahora conocidos y cuyo estudio nos parece fundamental para avanzar en el conocimiento de la producción religiosa del compositor. El acercamiento al análisis de la biografía así como de la producción del compositor porteño hace evidente una doble circulación. En primer lugar, un músico nacido en suelo americano que se formó, tempranamente, en la Europa decimonónica y luego retornó a su patria para continuar su carrera musical. Y, en segundo lugar, la circulación de su propia producción, siguiendo una lógica de órdenes religiosas, en el vasto espacio de la región central del actual territorio argentino.