Precariedad, feminicidio y ficción

DE MAURO MARTIN ADRÍAN

Córdoba

Conferencia; Pre-conferencia Clacso 2018 Pensamiento(s) del sur: miradas epistemologías descentradas, en diálogo y en fuga; 2018

Centro de Estudios Avanzados, Centro de investigaciones de la FFyH y la carrera de Trabajo social, UNC

En las páginas siguientes vamos a considerar una serie textual que va desde 2666 de Roberto Bolaño (2004), pasando por Chicas Muertas (2014) de la argentina Selva Almada hasta Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enriquez (2016) como artefactos de lectura que gravitan alrededor de la vulnerabilidad corporal y los procesos de precarización selectiva sobre mujeres. Ante la precariedad inducida, ambos relatos descubren un tipo de violencia radical y excesiva asociada a la figura del feminicidio. En 2666 y Chicas Muertas, pero cada uno de modos disímiles, la vulnerabilidad constitutiva de los cuerpos se revela como precariedad ontológica y gestión selectiva, pero más específicamente como asesinato y aniquilación de mujeres. En Las cosas que perdimos en el fuego lo que aparece es una modalidad trágica de agenciamiento femenino desde la reapropiación corporal de la propia muerte. Frente a la captura de los cuerpos femeninos y la gestión sistemática de su muerte, de las corporalidades precarizadas de mujeres y el destino de sus cuerpos muertos, Mariana Enriquez ensaya un modo de reapropiación colectiva del cuerpo desposeído, esto es, la autoinmolación colectiva y organizada, la conspiración subterránea y clandestina.