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El presente trabajo constituye un primer intento formal de emprender un estudio del tema de las emociones desde la perspectiva de la fenomenología de la corporeidad que enfatice y subraye sus diferencias respecto de otros enfoques reduccionistas que privilegian una comprensión exclusivamente cognitiva o neurobiológica de la dimensión afectiva de la experiencia humana. Si bien se trata de un tema que ha concitado en las últimas décadas gran interés filosófico, en muchos casos es asumido con la aspiración de revisar, bajo un nuevo ropaje conceptual, la antigua dicotomía entre pensamiento/razón y emoción que inspiró el debate sobre la génesis y naturaleza de la cognición humana, dentro del marco teórico ofrecido por el dualismo, desde el S XVII en adelante. Tanto la Filosofía de la Mente de corte analítico cuanto la investigación en Ciencias Cognitivas colocan la mencionada dicotomía como punto de partida de sus investigaciones, ya sea para criticarla o intentar superarla caracterizando a las emociones como formas (más o menos racionales) de cognición (Solomon, Maiese) o, en su defecto, para confirmarla recluyendo las emociones a su dominio corporal y biológico (Damasio , Prinz). Una desafortunada consecuencia de este punto de partida lo constituye, en mi opinión, el interés reduccionista que anima la investigación, es decir, la necesidad de explicar la afectividad apelando de manera excluyente a alguno de los polos de la dicotomía, pensamiento/razón o emoción, o en su defecto a los que se derivan de ella, por caso, cultura-naturaleza, psicología-biología, conciencia-cuerpo, sin tener en cuenta la inescindible doble filiación de la experiencia emotiva. En el trabajo se asumen el desafío de pensar las emociones fuera de todo marco reduccionista, para esto se recurre a dos nociones y se evalúan sus consecuencias, la del cuerpo como teatro de las emociones y la del cuerpo como performance de las emociones.