IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
¿Qué revelan y qué ocultan las pruebas acerca de cómo el matemático llega a la resolución de un problema? De Descartes a Leibniz
Autor/es:
JOSÉ GUSTAVO MORALES; MATÍAS A. SARACHO
Reunión:
Jornada; XXIV Jornadas de Epistemología e Historia de la Ciencia; 2013
Resumen:
El presente trabajo
consiste dos secciones principales: la primera está dedicada al caso de las
pruebas en Descartes, mientras que la segunda parte se concentra en el tema en
relación con Leibniz.
I. Descartes
En el trasfondo del
menosprecio de Leibniz hacia las demostraciones sintéticas se encuentra la
distinción fundamental que había establecido Descartes entre demostraciones
sintéticas y analíticas. Aunque ambos autores difieren con respecto a la
naturaleza del análisis, entendido como un método de resolución de problemas,
algunas de las ideas más fundamentales siguen siendo las mismas. Descartes
introduce esta distinción y explica con abundante grado de detalle su
naturaleza en sus Respuestas a las Objeciones a las Meditaciones Metafísicas,
más precisamente en la Respuesta a las Segundas Objeciones, de cuya
recopilación estuvo a cargo de Mersenne. Este finaliza su relato, al final de
la Séptima Objeción, sugiriendo que sería útil exponer las pruebas ofrecidas en
las Meditaciones también en forma geométrica, utilizando como premisas ciertas
definiciones, postulados y axiomas, para que al lector le sea más sencillo
comprender la fuerza de la prueba. Descartes responde a esta sugerencia
diciendo que él efectivamente ha escrito las Meditaciones siguiendo la manera
geométrica de escribir aunque no siguiendo el mismo patrón de argumentación que
poseen los Elementos de Euclides. Esto es, comenzar por definiciones postulados
y axiomas y luego deducir a partir de todo ello las distintas proposiciones.
Aclara esto diciendo que él distingue entre el orden y el modo [ratio] de un
argumento. El 'orden' de un argumento - dice:
consists simply in putting
forward as first what ought to be known without any help from what comes
afterward and then in arranging all the rest in such a way that they are
demonstrated solely by means of what preceded them. (Descartes 2006, 92).
Luego, distingue dos
modos: sintético y analítico. Dice Descartes que a diferencia de los Elementos
de Euclides que se ciñen al estilo sintético de presentación de un argumento,
las Meditaciones siguen un estilo analítico. El modo sintético
es aquel que menciona Mersenne y que ejemplifican los Elementos de Euclides.
Descartes considera que este último no es más que un modo de exponer lo que ya
se sabe. El modo analítico en cambio muestra el verdadero camino seguido en la
resolución de un problema. Mostrar el camino seguido en la resolución de un
problema cuando este no ha sido resuelto por accidente sino metódicamente
(Descartes tiene en mente un método en particular) constituye por si mismo una
prueba que valida el resultado (este es un aspecto común con el modo sintético,
que también valida o prueba un resultado). Pero el modo sintético tiene la
ventaja de revelar el arte de la invención, algo mucho más valioso que
cualquier resultado geométrico por sí mismo.
Descartes pretendía que
su método fuera universal en el sentido de que podría aplicarse a todo el
ámbito del conocimiento, así sus Meditaciones Metafísicas siguen una exposición
analítica y del mismo modo presenta de modo analítico la explicación del arco
iris. Pero en virtud de que la universalidad del método es un punto
problemático, discutido por muchos autores, y por otro lado que discutir este
último aspecto se encuentra más allá de nuestras pretensiones, limitaremos
nuestra atención a cómo esta distinción se presenta puntualmente en la práctica
matemática de Descartes. Para ello, atenderemos a la explicación ofrecida del
método en su Geometría de 1637 y, en particular, a la resolución del problema
del locus que Descartes retoma de Pappus de Alejandría y que resuelve en su
Geometría a partir del diseño de nuevos instrumentos de investigación analítica.
Un problema que no había podido ser resuelto por los geómetras griegos en su
complejidad.
II. Leibniz
Al igual que Descartes y
otros matemáticos de su época, en determinados contextos Leibniz se pronunció
en contra de las demostraciones sintéticas tal como se presentan en el libro de
Euclides. Según su opinión, las estructuras argumentativas utilizadas por
Euclides ocultan el camino que condujo a la resolución de los problemas que se
presentan en los Elementos según el
orden axiomático-deductivo.
Quizá el ejemplo que mejor
ilustra la dificultad señalada por Leibniz es el de las demostraciones
indirectas que emplean el recurso a una reductio
ad absurdum, un recurso empleado típicamente en demostraciones relativas a
problemas de cuadraturas. Conocido un resultado A, se muestra luego de una
serie de pasos deductivos que partiendo de la negación de dicho resultado se
sigue una contradicción. Si bien este procedimiento ofrece razones para no
rechazar A, no da razones de fondo para aceptarlo. La pregunta que se plantea a
la luz de estos casos es cómo se llegó a saber que A. Por ejemplo, el área
calculada por Arquímedes de la parábola es de P = 4/3 x [(b x h)/2]. Para su
demostración Arquímedes supuso primeramente ¬ P; luego de una serie de pasos
deductivos se deriva una contradicción a partir de la cual podemos afirmar P.
Sin embargo, en ningún momento de la demostración es posible saber cómo
Arquímedes inicialmente calculó P. Expresado de otro modo, la demostración no
da ninguna pista acerca del método empleado por Arquímedes para saber que P es
4/3 x [(b x h)/2].
Ahora bien, sólo a través
de métodos directos de demostración es posible comprender la naturaleza de
ciertas curvas; pero tales procedimientos tienen que apelar a una noción
problemática que conduce a diversas paradojas, la noción de indivisible. ¿Es
posible elaborar una demostración indirecta que exhiba el camino que condujo a
la resolución del problema, i. e., una demostración que posea interés
explicativo, y que no tenga que apelar a la noción de indivisible?
En
este contexto Leibniz diseña una demostración indirecta (proposición 6, DQA),
diferente a las que se encuentran en la geometría de Euclides, a fin de mostrar
que el área de una curva C es la mitad del área de otra curva D construida a
partir de la primera. Esta demostración constituye según Leibniz el fundamento
de un método que permite
transformar una curva cuya ecuación contiene cantidades irracionales en otra
que puede ser expresada por medio de series infinitas de números racionales. En el escolio VII de DQA Leibniz refiere a esta demostración en los
siguientes términos:
(
) parmi toutes les
déductions ad absurdum, je crois que
la manière de proceder la plus simple, la plus naturelle et la plus proche de
la démonstration directe consiste à montrer directement (...) quil ny a
aucune différence entre deux quantités et que par conséquent ces quantités sont
égales (DQA, p. 71 traducción al
francés de M. Parmentier, 2004).
Pero si bien Leibniz
destaca que se trata de una demostración cuyo procedimiento es más natural y
más cercano al de una demostración directa, en ningún momento explica por qué
ello es así.
En esta sección del
presente trabajo nos proponemos mostrar que la demostración indirecta que
elabora Leibniz como fundamento de su método posee interés explicativo debido a
que permite (a) elucidar con precisión una noción nueva que reemplaza a la de
indivisible; nos referimos a la noción de infinitamente pequeño (una noción
estructural en DQA); y (b) definir la igualdad en términos de equipolencia;
así, dos curvas serán iguales no sólo cuando su área sea la misma sino también
cuando el proceso de construcción de las mismas a través de figuras elementales
(triángulos o rectángulos) pueda ser seguido ad infinitum, de modo que la diferencia entre ambas curvas siempre
será menor a cualquier cantidad que pueda ser asignada. En virtud de (a) y (b)
en adelante Leibniz empieza a desarrollar demostraciones directas empleando
elementos infinitamente pequeños e infinitos en forma rigurosa. Ello da
cuenta a nuestro entender del carácter fructífero de la demostración de la que
nos ocuparemos.
Bibliografía
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