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Este trabajo presenta algunas reflexiones en torno al problema del conocimiento de las otras mentes. En primer lugar, sin desestimar la relevancia que puedan tener los mecanismos o procesos postulados por la Teoría de la teoría y la Teoría de la simulación, se resalta la importancia, a veces olvidada, de los testimonios en primera persona de los agentes cuyos estados mentales queremos conocer. En segundo lugar, se presenta una sugerencia acerca de cómo entender la tesis de que, al menos en ocasiones y para algunos estados mentales, podemos conocer los estados mentales ajenos percibiéndolos.