IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Prólogo: Caminos del ensayo entre racionalismo y misticismo
Autor/es:
REVOL, E. L.; MATTONI, SILVIO
Libro:
Caminos del exceso. William Blake y el Marqués de Sade
Editorial:
Editorial Universidad Nacional de Córdoba
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2015; p. 7 - 22
Resumen:
En 1964, se publica este libro, con un prólogo del autor que ya plantea cierta dialéctica entre los dos ensayos que lo integran. Pero una noticia final proporciona los datos de escritura de ambos textos: ?William Blake, el hombre primitivo? recupera dos conferencias de julio de 1948 pronunciadas en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires; allí donde Borges, por ejemplo, dictó su manifiesto cosmopolita sobre ?El escritor argentino y la tradición?. El otro ensayo, ?Sade, el hombre moderno?, había aparecido en una revista de Buenos Aires en 1951 cuyo título, Reunión, no parece demasiado revolucionario. Sin embargo, era probablemente uno de los primeros intentos de lectura de Sade, y no sólo en la Argentina. De hecho, en un pasaje de su ensayo, Revol indica que todavía estaban prohibidas casi todas las obras de Sade, que en aquellos años de la posguerra desencadenaron en Francia un proceso judicial en el que participaron como testigos y defensores de la importancia de los escritos del marqués muchos intelectuales destacados.¿Por qué nos parece tan lejana una época que se aferraba a esas condenaciones en una Europa supuestamente liberal? Revol lo ve bastante bien: se censura no una obra cualquiera, pornográfica e inmoral, sino el reflejo de lo que se oculta y se reconoce en el deseo de cada uno. Y en el ámbito social, se prohíbe aquello que invierte exactamente la racionalidad de medios y fines del individuo moderno. La meta de los planes de Sade es finalmente la nada, o sea el placer, sustitución infinita de los objetos que se profanan en un momento de éxtasis. Y también la prohibición obedece a que el ateísmo, resultado lógico de la racionalidad que anula la incidencia religiosa en el mundo práctico, no puede soportar una moral altruista. En este sentido, Sade es más actual que Blake. Pero Revol le dedica veinte páginas al primero y setenta al segundo. Ciertamente, a través de proyecciones imaginarias, el ?hombre?, imagen de la libertad, se manifestaría en la poesía de Blake y en ella se rebelaría contra la modernidad industrial y su opresión ominosa. Un universalismo psicoanalítico y antropológico permitía en aquellas décadas esa trasposición, como si el misticismo de Blake fuera una anticipación del hombre liberado de una sociedad sin clases. No obstante, la lectura de su poesía tiene una agudeza y un detallismo que realmente vuelven imprescindible una obra que tampoco se conocía mucho por entonces y que en ese ensayo comienza a integrarse a una tradición de vanguardia. Lejos del edulcorado romanticismo francés, importado en el siglo XIX, las visiones de Blake, con su ruptura de todos los límites y estructuras de un género literario y sus retóricas, confluían con el surrealismo y otros textos afines para desarmar la racionalidad y el imperio de la voluntad constructiva.