IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
La novela o la vida en construcción
Autor/es:
MATTONI, SILVIO
Libro:
Roland Barthes. Los fantasmas del crítico
Editorial:
Nube Negra
Referencias:
Lugar: Rosario; Año: 2015; p. 79 - 96
Resumen:
En lo novelesco que se desea pareciera intensificarse la vida, sus momentos privilegiados, el recuerdo punzante, el anhelo insidioso, mientras que en la novela más bien se clausura la posibilidad, y se narra retrospectivamente, como mero libro, la historia de una ilusión y de sus consecuentes resignaciones. De allí que Barthes oscile entre dos polos de idéntica inaccesibilidad, que para ser escritos deberían dejar de ser lo que son: horizontes infinitos. Uno es la anotación, el instante, la epifanía o la iluminación que le darían felicidad a la escritura, al acto de escribir que finalmente habrá de ser la vida. Su emblema es el haiku. Es como si en tres brevísimos versos se concentrara una posibilidad de despliegue, de goce y de meditaciones sin límites. Pero es algo que ya está ahí, que se guarda en el momento de anotarlo, como una flor de papel que esperara en la hoja simple el ejercicio de todos los dobleces de una técnica complicada. El otro polo es Proust: la vida en la obra, la obra demorada en el agotamiento del final de una vida; despliegue que se continúa y que aspira a tomar la forma del mundo, su tiempo y sus espacios. Sería otro simulacro de lo ilimitado también, aunque por la vía de la proliferación y el análisis, frente a la ocurrencia sintética, autolimitada aunque no menos ambiciosa, del haiku. Pero estos dos polos, u horizontes, donde lo novelesco no se hace nunca ?novela?, entre la anotación del instante y la proliferación indefinida de los detalles vividos o vivibles, no son más que prácticas de meditación sobre un deseo que no podría surgir de ellas. El deseo de escribir, de cuya presencia o aparición no se puede estar nunca seguro, necesitaría un objeto, una fantasía, un género tal vez. Y mientras más indeterminado, cuando más impreciso sea el género, más podrá insistir el deseo de escribir en cuanto tal. A esa indeterminación, que posiblemente esté en el origen de una idea tan amplia como la ?literatura?, Barthes puede seguir dándole el nombre de novela. Pero incluso si se definiera más, si lo que se prepara, lo que se propicia fuera una novela epistolar en verso, una corona de sonetos o un drama psicológico, su preparación y su deseo seguirían siendo una aspiración indefinida. ?Que la literatura sea todo, y que todo en mí sea dicho para escribir?, tal podría ser un lema de la preparación, el anuncio de una universalidad siempre en progreso que desde el romanticismo de Jena se pregona bajo el ambiguo rótulo de ?novela?, la ?poesía universal progresiva?. A tal punto es ambiguo el objeto de la fantasía que el yo que lo desea, que quiere empezar a desearlo, se ve obligado al lirismo, es decir: la construcción imaginaria de un sujeto que habla. Por eso no faltan en las clases, en las notas del curso, alusiones a una vida nueva que el deseo de novela podría inaugurar para el ensayista maduro.