Volver a la eternidad: escribir en el umbral de la lengua

ADRIANA CANSECO; LORENA FIORETTI; FRANCA MACCIONI; JUAN MANUEL CONFORTE; NATALIA LORIO; GABRIELA MILONE; ROCÍO PAVETTI; JORGE CHARRAS; JAVIER MARTÍNEZ RAMACCIOTTI; SILVANA SANTUCCI

La obstinación de la escritura

Postales japonesas

Lugar: Córdoba; Año: 2013; p. 19 - 35

La indigencia de los signos que es la infancia (lo que no se habla, lo que no se deja escribir) (Lyotard, 1997) manifiesta su insistencia como huella, como delimitación de la vacancia que comunica un afuera y un adentro del lenguaje en torno a la cual se forma, como una perla tortuosa, la escritura, la literatura. En el sentido en que lo piensa Lyotard podemos decir que aquello que llama infantia habita siempre el lenguaje, y más precisamente la escritura por cuanto se manifiesta siempre como no-escribible, no-trasmisible, no-enseñable, como falla o como resto en torno al cual el discurso se acomoda circunscribiendo ese rastro bajo una coraza de impenetrabilidad discursiva. Lo que opera este deseo de la infancia como indecible es la potencia que alimenta la dificultad misma de ese decir y de esa escritura, exponiendo?lo máximamente decible del lenguaje?, aquello que en tanto inefable no es más que otra categoría de la lengua, aquella que expone el límite mismo de su materialidad (Cfr. Agamben, 2007: 216-217). Esta idea de infancia, tanto la sugerida por Lyotard como la que postula Agamben, constituye una suerte de materia residual resistente que no se ofrece en el mercado de las significaciones sino que sienta las bases de un decir literario que busca en el lenguaje menos certezas que expresar inquietudes.