IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Mitologías del pueblo en fragmentos breves
Autor/es:
DIEGO TATIAN
Libro:
Crítica y Mito
Editorial:
Cuadernos de Nombres / Brujas
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2012; p. 9 - 20
Resumen:
Una indicación de la Ética a Nicómaco postula que ?el estudio del placer y del dolor pertenece al filósofo político?. ¿En qué radica la relevancia política que Aristóteles adjudica a los placeres y los dolores? En el origen de una larga tradición que llegará hasta bien entrada la modernidad, la teoría aristotélica del placer constata que ?los placeres impiden pensar?, y tanto más ?cuanto mayor es el goce?, y aduce como prueba que ?nadie podría pensar nada? durante los placeres sexuales. Por supuesto existen ?placeres sin dolor y sin apetito, como las actividades teoréticas en las que la naturaleza no necesita nada? -aunque un poco más abajo reconoce, sin precisar cuáles serían estos casos, que ?a veces, incluso la contemplación es mala para la salud?. El hombre prudente debe pues liberarse ?de los placeres que van acompañados de apetito y dolor? -es decir, de los placeres del cuerpo, ?por cuyo exceso el libertino es libertino?-, en tanto que ?los placeres sin dolor no tienen exceso? (1152b / 1154b). La Ética a Nicómaco revela un vínculo con el texto canónico de la Política en el que Aristóteles inscribe el origen de la pólis en el umbral que separa la phoné y el lógos, y define por este último la politicidad del animal humano. Lo que Jacques Rancière llama mésentente refiere a la cuestión de qué significa ser un ser que se vale del lógos, por contraposición a los que carecen de él ?en primer lugar, esclavos: ?Aquellos cuyo trabajo consiste en el uso de su cuerpo, y esto es lo mejor de ellos? son, por naturaleza, esclavos? Así, es esclavo por naturaleza? el que participa del lógos en tal grado como para reconocerlo, pero no para poseerlo? (1254b). Para la gran filosofía griega, démos es un reservorio de apariencias y efectos sensibles producidos por el placer y el dolor; el animal de mil cabezas pasible de todos los embustes que los demagogos saben ejercer con la mayor habilidad. Por ello mismo, el nido de la serpiente en el que se incuba la despotéia, pues el despotismo del placer y del dolor que arrastra al pueblo en todas direcciones no puede menos que hacer de la democracia un régimen por naturaleza despótico ?conforme la equivalencia aristotélica según la cual el modo de ejercer el poder sobre los demás es simple extensión de los poderes que someten a la forma de vida que gobierna. El presente texto se propone un rastreo histórico de esta representación.