IIMYC   23581
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES MARINAS Y COSTERAS
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Porifera
Autor/es:
LAURA SCHEJTER
Libro:
Los Invertebrados Marinos
Editorial:
Vazquez Mazzini
Referencias:
Año: 2014; p. 49 - 65
Resumen:
Los organismos agrupados en el Phylum PORIFERA (del griego, πόρος [poros]= canal, pasaje y φέρ [phero]=llevar) son vulgarmente conocidos bajo el nombre de ?esponjas? y son exclusivamente acuáticos. Las distintas especies se encuentran distribuidas en ambientes marinos desde las profundidades abisales hasta los intermareales, con un pequeño grupo que habita ambientes de agua dulce. Su nombre científico, propuesto por R. E. Grant en 1836, refleja una peculiar y única arquitectura corporal (bauplan) consistente en un ?cuerpo? surcado por canales -que pueden formar sistemas más o menos complejos- a través de los cuales circula el agua hacia adentro y fuera del individuo. De allí su apariencia con muchos poros o perforada, debido a los orificios que canalizan la entrada y salida del agua. Se han descripto hasta el momento unas 8500 especies válidas en el mundo, aunque esto representaría menos de la mitad de las especies existentes (van Soest et al., 2012). Las esponjas son los organismos pluricelulares (metazoos) más primitivos con representantes actuales y que presentan un nivel de organización extremadamente simple, sin verdaderos tejidos ni órganos, con simetría radial o sin simetría (ver Anatomía y Morfología). Los restos fósiles más antiguos conocidos de animales fueron atribuidos a esponjas marinas, recolectados en Australia y datados en aproximadamente 650 millones de años (Maloof et al., 2010). Más recientemente se encontraron fósiles aún más antiguos, de una nueva especie que fue denominada Otavia antiqua, hallada en Namibia (África) y datada en 760 millones de años (Brain et al., 2012). Los fósiles procedentes de este descubrimiento corresponderían a organismos afines a las esponjas calcáreas, con forma ovoide hasta globular-alargada y con un tamaño máximo de hasta 5 milímetros. Este último hallazgo sitúa la existencia de animales metazoos entre 100 y 150 millones de años antes de lo postulado hasta el momento. En Argentina, el registro fósil de esponjas se remonta hasta el período Cámbrico y está basado en el hallazgo de esqueletos completos y fragmentos de esponjas, así como de espículas procedentes de sedimentos marinos encontrados en varias regiones localizadas en la Puna, en la Cordillera Oriental y Sierras Subandinas, en distintas cuencas localizados en la Patagonia y en la formación Paraná (Beresi, 2007). El uso de esponjas con fines domésticos, decorativos o medicinales, entre otros, ha sido registrado desde las antiguas civilizaciones como la Egipcia, la Fenicia, la Griega y la Romana (ver Historia y Usos Populares). En principio fueron consideradas plantas y el primero en incluir a las esponjas en el Reino Animal fue Aristóteles, en su tratado ?Historia de los Animales? (año 350 AC), si bien en ese libro las esponjas fueron ejemplificadas como organismos que exhibían características tanto de plantas como animales (Voultsiadou, 2007). El debate acerca de si las esponjas debían ser consideradas plantas o animales continuó por bastante tiempo, y en el siglo XVIII aún se discutía sobre esta cuestión, hasta que se asentó la idea de que eran animales basados especialmente en las observaciones in vivo de algunas especies que eran capaces de movimientos (contracción) ante un estímulo, particularidad que sólo podría ser desarrollada por organismos del reino animal (Lévi, 1999; Voultsiadou, 2007). Tradicionalmente, al Phylum Porifera se lo dividió en 3 clases: Calcárea, Hexactinellida y Demospoangiae. Esta última es la más numerosa y abarca más del 80% de las especies conocidas (van Soest et al., 2012). Pertenecen a ella, por ejemplo, aquellas especies halladas con frecuencia en los intermareales o en las playas luego de arribazones, tempestades o mareas extraordinarias. En este capítulo se considera la existencia de una cuarta clase en el phylum, denominada Homoscleromorpha, propuesta y aceptada formalmente como tal en el año 2012 sobre la base de evidencias moleculares (Gazave et al., 2012). Anteriormente, esta clase fue considerada un Orden de la clase Demospongiae. En la fase adulta, las esponjas son organismos sésiles, es decir que carecen de movilidad propia, y la mayoría de ellas viven sujetas a un sustrato que puede ser inerte (rocas) o viviente (o restos de organismos vivos) que presenta una superficie sólida para su adhesión, como en el caso de valvas de moluscos, caparazones de crustáceos, espinas de erizos de mar, etc. (Figura 1 a-f). En algunos ambientes marinos, como la Antártida, son importantes componentes del bentos, llegando a constituir más del 50% en biomasa de muchas comunidades (Brey y Gerdes, 1997). Algunas esponjas han evolucionado con un modo de vida perforante y se las encuentra, por ejemplo, en valvas de moluscos o sustratos calcáreos (Figura 1g). Llegan a causar serios inconvenientes en especies de moluscos de cultivo, como las ostras, aunque también son responsables del deterioro de ambientes tales como los arrecifes coralinos (ver Ecología). La fase móvil del ciclo de vida está representada por una larva nadadora, producto de la reproducción sexual, a la cual, según su morfología, se le han asignado diferentes nombres: anfiblástula, parenquimela, triquimela, entre otras. La gran mayoría de las esponjas son filtradoras y se alimentan de partículas de alimento que se encuentran en el agua que circula por el interior del organismo. Algunas especies son capaces de mantener relaciones simbióticas con algas y bacterias de las cuales pueden obtener también energía para realizar sus funciones vitales, y un grupo particular de esponjas que se cree que ha evolucionado en ambientes con características únicas como gran profundidad o cuevas y cavernas submarinas han desarrollado una alimentación carnívora (Figura 2).