INVESTIGADORES
PAOLICCHI Leandro
congresos y reuniones científicas
Título:
CONFLICTIVIDAD EN LOS CONFINES DE LA ARGUMENTACIÓN. ¿EXISTE UNA OBLIGACIÓN MORAL PARA LOS ACTORES EN EL MUNDO DE LA VIDA?
Autor/es:
LEANDRO PAOLICCHI
Lugar:
Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires - UCES
Reunión:
Jornada; Jornadas Nacionales de Ética "Conflictividad"; 2009
Institución organizadora:
Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires - UCES
Resumen:
El artículo aborda el problema que se suscita en la ética del discurso de Karl- Otto Apel con respecto a la transferencia de la obligatoriedad de las reglas del discurso, espina dorsal de la ética apeliana, hacia las acciones del mundo de la vida, que se presentan, en una primera instancia, como no explícitamente argumentativas. Podemos plantearlo de la siguiente manera: ¿las reglas con contenido ético normativo que nos es obligatorio reconocer como participantes en una argumentación son igualmente obligatorias cuando abandonamos ese rol de argumentantes y adoptamos otros roles en el mundo de la vida, roles que no implican prima facie a la argumentación en ningún sentido? Mientras que los planteos clásicos de Apel y Kuhlmann mantienen la pretensión de una continuidad entre la obligatoriedad de las reglas y las acciones del mundo de la vida, ciertos planteos de Habermas y de Ilting han puesto en duda esta continuidad. En este sentido, se ha dicho que las reglas de la argumentación son obligatorias para quien ya entró en la argumentación y no para quien se mantiene por fuera de ella o no quiere entrar. Este tipo de objeciones representan en verdad un problema importante para la obligatoriedad de las reglas del discurso, pues lo que estas objeciones procuran es transformar la validez categórica de las reglas de la argumentación en una validez de tipo hipotética: la validez de las reglas de la argumentación dependería de la voluntad de argumentar o de introducirse en el discurso. Esta forma de argumentar que podríamos catalogar como una falacia decisionista, confunde dos problemas diferentes, el de la validez de las reglas y el de la transferencia de esta validez a las acciones del mundo de la vida. La validez es totalmente independiente de la decisión de argumentar o de adoptar una actitud racionalista. El problema de la decisión es una cuestión irrelevante para el problema de la fundamentación de la validez, pero es sumamente relevante para la cuestión, que sólo se da posteriormente, de la transferencia de la obligatoriedad de las reglas del discurso. Sin embargo, a pesar de ser dos problemas diferentes que no deben ser confundidos, ambos pueden resolverse desde el mismo punto de vista. A través de un repaso de la discusión de Apel con el racionalismo crítico de Popper, se buscará demostrar que dicha continuidad no puede resolverse simplemente invocando los presupuestos de la argumentación, como en ocasiones parece pensar el propio Apel, sino que debe ampliarse el espectro de aquello que se reconstruye como saber performativo desde la argumentación explícita hacia el saber performativo de las acciones en general. Lo que hay que probar aquí es que el actor no argumentante ya presupone también una comunidad de comunicación, que a la acción no argumentativa ya acompaña un dialogo virtual, es decir, que el actor con su acción eleva ya pretensiones de validez y que, por lo tanto, permanece bajo ciertas obligaciones que son igual de categóricas que aquellas que se encuentran en el discurso y que por supuesto no puede violar. Para decirlo en términos wittgenstenianos, el juego del lenguaje de la argumentación no es un juego del lenguaje como cualquier otro que podamos optar por jugar o no. El juego de la argumentación es un juego en el cual nos encontramos inmersos en tanto actuamos simplemente y atribuimos un sentido a nuestras acciones, es decir, en última instancia, en tanto nos comportamos como seres racionales. Así, mientras quienes impugnan la validez de las reglas dentro del discurso conduce a una autocontradicción performativa, sustraerse a las obligaciones que impone el actuar con sentido sólo puede hacerse a costa de excluirse de la comunidad de los seres racionales. Es de esta forma, a mi entender, como puede encontrarse una solución al problema de la transferencia de la obligatoriedad de las reglas del discurso y darse una respuesta a las objeciones importantes que se han elevado desde los planteos de Popper y Habermas.