IDEAN   23403
INSTITUTO DE ESTUDIOS ANDINOS "DON PABLO GROEBER"
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
EVOLUCIÓN Y DINÁMICA ERUPTIVA DEL VOLCÁN LANÍN, PROVINCIA DE NEUQUÉN
Autor/es:
FENNELL, LUCAS M.; RAMOS, MIGUEL E.; FOLGUERA, ANDRÉS
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Congreso; XIX Congreso Geológico Argentino; 2014
Institución organizadora:
Asociación Geológica Argentina
Resumen:
El volcán Lanín ubicado en la provincia de Neuquén, al este del límite internacional Argentino-Chileno, posee una escarpada topografía producto de la intensa acción glaciaria que ha afectado a su estructura, debido a la gran altura que posee su basamento exhumado por la deformación miocena (Ramos et al., 2014) y, por lo tanto, la altura relativa de sus productos cuspidales (2.000 a 3776 m). Esta topografía ha determinado una ausencia relativa de análisis de la geología de este centro, particularmente en altas cotas topográficas. Este trabajo se encuentra focalizado en la descripción de los depósitos de la vertiente oriental del Volcán Lanín. A través de esta descripción y de su correlación con las anteriormente realizadas por Lara et al. (2004) en el sector chileno y por Rabassa et al. (1987,1990), se propone una historia evolutiva que comienza en el Plioceno superior, y que se extiende hasta la actualidad (Fennell et al., 2013). A través del análisis de su estratigrafía, se revela una actividad reciente más convulsionada que la conocida hasta el momento. La historia de este volcán comienza en una depresión subcircular labrada en el basamento cristalino, la cual se plantea podría constituir, a modo puramente hipotético, el remanente de una morfología de caldera asociada o una cuenca de origen tectónico. La sección basal de este volcán, denominada informalmente ?Coladas singlaciarias 1?, se encuentra apoyada en discordancia sobre este basamento (Fig. 1a). La misma está compuesta por lavas de textura botroidal, morfología típica de emplazamiento subglacial (Lescinsky y Fink 2000), y se encuentra arrasada por la actividad glaciaria. La edad que se le asigna a este depósito es entre el Plioceno Superior y el Pleistoceno Medio, coincidente con la edad de otros estratovolcanes erosionados en la zona (Lara et al. 2001). En contacto erosivo e irregular, se encuentran por encima de estas lavas las ?Coladas interglaciarias?, una intercalación de lavas, lahares y depósitos piroclásticos de aproximadamente 400 metros. Esta unidad se encuentra modelada por la acción glaciaria, sin presentar signos de emplazamiento subglacial. Es por ello que se interpreta su edad como comprendida en el lapso Pleistoceno Medio a Superior, entre la anteúltima glaciación (262-132 ka según Clayton et al. 1997) y la última glaciación (≥33,5 ?13,9 ka según Lowell et al. 1995). Luego, dentro de los antiguos valles glaciarios ubicados en el sector noreste del volcán, se expone una unidad denominada ?Coladas singlaciarias 2? (Fig. 1b), conformada exclusivamente por pillow lavas, evidencia de extrusión durante la glaciación y/o el retiro de los glaciares en la región (Lescinsky y Fink 2000). Debido a su carácter singlaciario, su edad queda determinada dentro de la última glaciación en la zona (≥33,5 ?13,9 ka según Lowell et al. 1995), en el Pleistoceno Superior. Otra evidencia de la última glaciación en el área la constituyen los depósitos de till, los cuales se exhiben en los laterales de los valles fluviales actuales que bajan desde la cumbre del Lanín. La actividad postglacial comienza con la extrusión de coladas, en las cuales se observan escarpas de erosión fluvial y profundas escarpas de arranque de procesos de remoción en masa. Esta serie de coladas fueron agrupadas dentro de la unidad ?Coladas postglaciarias 1? y debido a que no presentan signos de interacción con el proceso glaciario durante su emplazamiento, la edad de esta unidad sería pleistocena superior ? holocena (post 14-13 ka). A continuación, se encuentran los depósitos de remoción en masa correspondiente a las escarpas de arranque en las ?Coladas postglaciarias 1?, los cuales están constituidos por dos grandes episodios de avalancha. Estas avalanchas, de gran volumen (una tiene aproximadamente 25x106 m3, y la otra no se pudo estimar por estar cubierta), exhiben la típica gradación inversa en sus depósitos, y presentan hummocks hacia su sector distal y facies de run-up sobre el área perivolcánica del basamento. Este evento se encuentra asociado a un fenómeno de colapso de caldera apical (Fig. 1c), el cual había sido propuesto inicialmente por Lara et al. (2004) a partir de una estructura ?en forma de hombro? expuesta en la vertiente chilena. Cubriendo parcialmente a uno de estos depósitos, se encuentra un segundo evento de coladas, denominadas ?Coladas postglaciarias 2?, las cuales se extruyen a partir de un pequeño centro volcánico ubicado en el flanco sureste del volcán. Su edad queda definida para el Holoceno, debido a que se ha descripto volcanismo de estas características en los otros flancos del volcán (Lara et al. 2004). Relacionados a la actividad más reciente de este volcán, se encuentran una serie de conos adventicios, de tonalidades más claras y rojizas (Fig. 1d). Calcando la topografía del flanco noreste del volcán, se desarrolla una extensa planicie conformada por depósitos de surge piroclásticos no encauzados (Fig. 1d), que presentan tonalidades claras y la típica estratificación entrecruzada de gran escala. Por último, se reconocen depósitos laháricos, los cuales están encauzados en los valles fluviales actuales que nacen en la cima del volcán y que terminan fluyendo hacia los antiguos valles glaciarios. En resumen, se identifican dos eventos lávicos singlaciarios, uno interglaciario y dos postglaciarios que no habían sido correctamente definidos sobre la vertiente argentina. El último evento lávico singlaciario constituiría una evidencia importante de la última glaciación en la zona, la cual podría ser datada a partir de estos depósitos. Por último, cabe destacar la presencia de grandes volúmenes de material postglaciario, entre los cuales se encuentran los depósitos de avalancha, los cuales son indicio de un colapso de caldera apical en tiempos holocenos, similar a aquella que afectó a su vecino volcán Quetrupillán. Este último evento es el reflejo de una dinámica eruptiva más convulsionada que la pensada previamente, la cual debiera tenerse en cuenta para futuros estudios del riesgo asociado en la región.