Hacia una poética de los restos. Sobre "Lugar común la muerte" de TEM

DENISE LEÓN

San Miguel de Tucumán

Otro; Coloquio Nacional Homenaje Tomás Eloy Martínez; 2014

Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos, IIELA

P { margin-bottom: 0.21cm; } En las crónicas que integran la primera parte de Lugar común la muerte, bajo el título Eclipses, se parte siempre de una imagen que tiene que ver con la muerte y, a la vez, con lo que no cabe en ella. El lector percibe cierto efecto, cierta afectación, un aire de retrato fúnebre o si se quiere de pose en el sentido que le otorgara Sylvia Molloy. Me refiero a esta voluntad de exhibir que no es sólo mostrar, sino mostrar de tal manera que eso que se muestra se vuelva más visible, se reconozca. La pose entonces, en estas ?vidas infames? aparecería sobre todo como una estrategia de provocación para no pasar desapercibido, para obligar a la mirada del lector en un punto. Pienso que estos materiales no son una excepción dentro de la obra de la autor. Más aún, creo adivinar en ellos una preocupación que la recorre: cuestionar siempre la regla a través de la excepción múltiple. En cada caso, sea en la carne viva de Perón en el lecho de muerte, en los trabajos rudos de un Rosas crepuscular en el exilio, en los movimientos paranoicos de Ramos Sucre o en la voluptuosidad de fantasma de Lezama, lo que la escritura de Eloy Martinez hace es crear comunidad. Una comunidad de marginales o de ?raros? en el sentido de extraordinarios y fuera de las normas pero también de parias sociales, de excluidos. No es un detalle menor que todos los personajes de las crónicas estén o hayan estado enfermos. Y como música de fondo, inevitablemente escucho o parafraseo a Canguilhem: Nada de lo que está vivo ha llegado a completarse. La enfermedad como hecho biológico universal y como experiencia existencial individual suscita siempre una pregunta sobre la precariedad de los cuerpos aún sin respuesta convincente. La muerte está en la vida y la enfermedad es signo de ello.