El texto que nunca se termina. Algunas notas sobre Anima de José Kozer

DENISE LEÓN

Ínsulas y poéticas en el Caribe

Biblos

Lugar: Buenos Aires; Año: 2012; p. 121 - 142

No podemos leer a un poeta al que ya conocemos del mismo modo en que leemos a un poeta por primera vez. Sumado a cualquier mérito literario que pueda tener, cada nuevo libro de un poeta cuya obra conocemos encierra para nosotros, además, la particularidad de que pertenece a una persona en la que nos hemos interesado durante mucho tiempo. Aún hoy, frente a la poesía de José Kozer, me queda la sensación de que necesito leer y releer sus poemas, si no con vistas al análisis, cuya función es la de devolver el poema a sus orígenes estereoscópicos –la forma en que existió en la mente del poeta– al menos por deferencia hacia esa voz que intenta guardarlo todo en el espacio reducido de la página en blanco. Un hombre que habla, hace una pausa y vuelve a hablar en un poema infinito hecho con los restos del día. Frente a lo efímero de la existencia, la sensación que deja el gesto de Kozer es que no hay que abandonar nada fuera del poema. En sus textos más recientes, sin embargo, es posible observar algunas diferencias sutiles respecto de su producción anterior. Si bien Kozer no ha renunciado a sus elementos distintivos –el verso de largo aliento, las imágenes del álbum familiar, el empleo de los paréntesis que recogen como en un cuenco ciertos resplandores sutiles– su atención se ha desplazado tanto en los asuntos como en la concepción de su poesía. Tal es el caso de Ánima (publicado en el año 2002) libro sobre el que versan estas notas.