INVELEC   23402
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOBRE EL LENGUAJE Y LA CULTURA
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
Sermo Intimus. Sobre materia e intimidad en la poesía de José Kozer
Autor/es:
DENISE LEON
Revista:
Hispanic Poetry Review
Editorial:
Texas A&M University
Referencias:
Lugar: Texas; Año: 2012
ISSN:
1531-0167
Resumen:
 <!-- @page { margin: 2cm } P.sdfootnote { margin-left: 0.5cm; text-indent: -0.5cm; margin-bottom: 0cm; font-size: 10pt } P { margin-bottom: 0.21cm } A.sdfootnoteanc { font-size: 57% } --> Como ha declarado en numerosas oportunidades, José Kozer (La Habana, 1940) no escribe libros. Él escribe poemas que se acumulan y cuyo número vertiginoso y siempre creciente vigila con exactitud o, en todo caso, habita desde hace años en un único y extenso poema. Obviamente, la importancia de la obra de este poeta enorme no se encuentra en el lugar donde reside actualmente ni tampoco en el lugar del cual se marchó, sin embargo, para llegar al momento en el que nos encontramos hoy, Kozer tuvo que salir de Cuba, prolongando de algún modo el viaje de sus ancestros. Hijo de inmigrantes judíos, despojado de un hogar lingüístico en el sentido que George Steiner le diera a este término Kozer escribe poemas para vivir en ellos. Rodeado la mayor parte de su vida por los sonidos del inglés, el poeta errante escribe para vivir en español. Así, sus números y sus letras expanden los libros propios dentro de los libros heredados: la biblia de los abuelos, los libros rojos del padre, las postales del álbum familiar, los otros literarios. Esa ondulada y tensa oración en la que Kozer reinventa su biografía parece abrirse a todas las posibilidades del diccionario, ese otro libro infinito. Este poeta judeo cubano que “cose” y “cuece” sus poemas presenta siempre su poesía como una segregación de su propio cuerpo. Desde los comienzos, Kozer construye su poética ligada al cuerpo, la familia, el hogar y la muerte. Pero en ese retablo que su propia memoria va destilando y reconstruyendo con las sobras del banquete de los días, la poesía se presenta como un material mestizo, rebajado, impuro. Tal como apunta acertadamente Gerardo Fernandez Fe, se trata de una poesía “ventosa”, de un verbo salpicado e inseparable de la carne que abunda en personajes escatológicos y que expone al cuerpo en su suciedad, en sus menesteres cotidianos e incluso en su animalidad