CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

El ejercicio de pensarnos descentrados apunta a socavar el esquema centro/periferia, que asume lo acontecido fuera de los centros metropolitanos (producciones, movimientos, escenas) bajo el signo de lo derivativo, que implica no sólo,claro está, una relación subordinada con el centro, sino a la vez sostener la idea de originalidad como valor supremo en materia de arte. Con el término descentrado pretendo aludir no sólo a aquello que está desplazado del centro sino también a un centro que ya no se reconoce como tal, extrañado, turbado, que está fuera de su eje. La provocación radica en alterar la mirada colonial instalada en la narrativa hegemónica de la historia del arte (que rastrea las repercusiones del centro en la periferia en términos de irradiación o difusión hacia los márgenes de las tendencias artísticas internacionales, y a lo sumo da cuenta de su diferencia en términos de exotismo o distorsión) para pasar a asumir un gesto inverso que no afecta sólo desde dónde pensamos nuestra propia condición desigual sino también indagar qué tiene el mismo centro de periférico. Esto es, observar la metrópoli desde un adentro que queda fuera, un sur en el norte: los desposeídos interiores, su mundo pobre persistentemente negado y expulsado de los imaginarios metropolitanos, pero no por ello menos perturbador. En este rumbo pondré en contraste dos figuras relativas a derivas migrantes de artistas en/desde América Latina, que resultan sugestivas para referir a las precipitadas transformaciones del capitalismo cognitivo en las últimas décadas, a partir de los trabajos de dos argentinos: Artista mendigo, acción llevada a cabo por Carlos Ginzburg en Colombia, en 1972, y Turista, proyecto de Lucas Di Pascuale llevado a cabo entre 2006 y 2008 en Córdoba y Resistencia (Argentina), Belo Horizonte (Brasil), Shatana (Jordania) y Ámsterdam (Holanda).

enviar mensaje