Apuntes sobre el TIT

LONGONI, ANA

Buenos Aires

Seminario; Seminario internacional Cuerpos desobedientes. Nuevos cruces entre arte y política en América Latina en los años 80; 2011

Red Conceptualismos del Sur/ AECID/ ACERCA

Cuando, a comienzos de la última dictadura, el PST pasó a la clandestinidad y quedó sin organismo de dirección en el país, un sector de jóvenes militantes secundarios de la zona oeste de la ciudad de Buenos Aires se resistió a la medida y decidió, por las suyas, continuar su trabajo de militancia en superficie. Tenían entre 17 y 18 años. Su decisión coincidía con la de muchos otros sectores de izquierda, que optaron en ese período fuertemente represivo, de proscripción y persecución de la actividad política, por publicar revistas literarias, promover asociaciones y reuniones culturales y artísticas (una forma de dar continuidad de la política por otros medios), en lo que dio en llamarse la cultura en las catacumbas, entre las que destacaban las numerosas revistas subte. Así para estos jóvenes el frente cultural apareció entonces como una zona de actividad e intervención militante posible, una alternativa de activación política en tiempos de dictadura. Es en ese marco que este grupo de jóvenes militantes que se estaba iniciando en el teatro, se cruza casualmente en la calle con Juan Uviedo en 1977. La afinidad fue inmediata y no se basó en acuerdos políticos sino en todo caso vitales, estéticas y afectivas. Así nace el TIT, Taller de Investigaciones Teatrales. Las convocatorias a actividades del TIT (ensayos abiertos, puestas por única vez, cineclub, talleres) llegaron a nuclear centenares de jóvenes, lo que resulta insólito en medio de las duras condiciones cotidianas de la dictadura. El término ?Zangandongo?, que significa coloquialmente holgazán, inútil, tituló la publicación/órgano de difusión del TIT, y se volvió un adjetivo calificativo, un guiño interno, una condensación de sentidos. Intentaré describir algunos rasgos de la poética del zangandongo: la improvisación, la provocación y la investigación como estímulos permanentes, y la creación colectiva como modo de hacer. En definitiva en medio de las condiciones de aislamiento y desinformación que se vivían, el TIT construye una tradición que entrecruza experimentalismo y trotskismo, vanguardia artística y vanguardia política.