INVESTIGADORES
LONGONI Ana
capítulos de libros
Título:
(Con)Texto(s) para el GAC
Autor/es:
ANA LONGONI
Libro:
GAC, Pensamientos, prácticas, acciones
Editorial:
Tinta Limón
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2009; p. 9 - 18
Resumen:
A lo largo de la década menemista, emergieron por todo el país, aislados y a contrapelo de la tendencia dominante que encomiaba la impunidad, el auge del individualismo y el repliegue en el espacio privado, algunos grupos de artistas que promovieron acciones callejeras. Entre ellos En Trámite (Rosario), Costuras Urbanas y las Chicas del Chancho y el Corpiño (Córdoba), Escombros (La Plata), Maratón Marote, 4 para el 2000, la Mutual Argentina y Zucoa No Es (Buenos Aires). Dos colectivos nacidos por ese entonces subsisten hasta hoy, más de una década más tarde: el GAC y Etcétera (renombrado Internacional Errorista). Si bien sus orígenes son distintos (el GAC nació por iniciativa de un grupo de estudiantes de la Escuela Pueyrredón, que salieron a realizar murales con guardapolvos blancos en apoyo a un extendido paro docente, mientras que los Etcétera se reivindican autodidactas y vinculados al teatro, ambos colectivos confluyeron pronto en la colaboración con HIJOS, el entonces recién nacido organismo que nuclea a hijos de desaparecidos, exiliados y militantes (muchos de los cuales entraban a la edad adulta en ese entonces) y relanzó con nuevas y trastocadas estrategias de revuelta, la denuncia del genocidio cometido por la última dictadura. Desde 1998, el GAC genera la gráfica de los escraches: son característicos sus carteles que subvierten el código vial, simulando ser una señal de tránsito habitual (por su forma, color, tipografía, para un espectador no advertido podrían incluso pasar desapercibidos) para señalar, por ejemplo, la proximidad de un ex centro clandestino de detención, los lugares de los que partían los llamados vuelos de la muerte o el lugar en el que funcionó una maternidad clandestina. Tanto los carteles del GAC como las grotescas performances teatrales de Etcétera fueron en principio completamente invisibles en el medio artístico como acciones de arte, y en cambio proporcionaron una indiscutible identidad y visibilidad social a los escraches, contribuyendo a que se evidenciaran como una nueva forma de lucha contra la impunidad.