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Al pensar en bambúes, la mayor parte de las personas se remonta instantáneamente al sudestede Asia o a China y Japón, evocando acto seguido la imagen de un Oso Panda (Ailuropodamelanoleuca) alimentándose del material vegetativo de algún bambú leñoso. Esta evocación estáparcialmente justificada, ya que la mayor riqueza de especies de bambúes leñosos se da en estaregión, donde poco más de 1000 especies han sido descriptas. Sin embargo, las Américas en suconjunto (y sobre todo Sudamérica) albergan unas 430 especies de bambúes leñosos, mientras queÁfrica continental posee apenas 5 especies y la isla vecina de Madagascar cerca de 35 (Bystriakovaet al., 2003, 2004). Esta síntesis global, destaca a Sudamérica como el segundo sitio en importanciapara la riqueza de bambúes leñosos.Sudamérica es el «continente de las aves» y posee más de 3000 especies o cerca de un tercio delas aves del mundo (Remsen et al., 2012). A pesar de tener menos especies de bambúes que Asia,parece contener la mayor riqueza de aves especializadas en bambúes, y sus extensos bosques yselvas con abundantes bambúes de variadas especies han proporcionado diversas oportunidadespara la especialización. En el Neotrópico, más de 100 especies de aves en unos 55 géneros han sidopropuestos como especialistas en bambú, incluyendo, entre otras, especies de palomas, pájaroscarpinteros, tiránidos, pájaros semilleros y hasta un picaflor (Parker, 1984; Parker et al., 1996, 1997).Habitan desde Centroamérica hasta la Patagonia, y se especializan de diversas formas, alimentándoseprincipalmente de artrópodos, semillas o brotes, pero su relación precisa con determinadosbambúes ha sido poco explorada y las relaciones propuestas se basan principalmente en la acumulaciónde observaciones de las aves en áreas con bambúes. Algunas especies de aves aparentementeusan una sola especie o género de bambú, mientras otras tienen una compleja relación con variasespecies, con mayor preferencia por alguna.