Emma B. Documentos para servir al estudio de la estructura familiar de los coleccionistas de fósiles: el caso de Emma y Auguste Bravard

IRINA PODGORNY

CADERNOS PAGU

Universidad de Campinas

Lugar: Campinas; Año: 2006 vol. 27 p. 479 - 495

0104-8333

  En sus novelas, Gustave Flaubert retrató la vida de provincia de la Francia del siglo XIX, con los reflejos de la vida de París en los rincones y las ciudades de campaña. A la hora de narrar los derroteros del burgués medio, puesto a disputar un lugar en las ciencias buscando las puertas del saber, Flaubert elegiría a dos torpes señores: Bouvard y Pecouchet. Emma Bovary, en cambio, no demuestra interés alguno por la naturaleza: su camino a la muerte está trazado por placeres mundanos, que solo la trascenderán en forma de deudas e hipotecas. Pero aunque Emma no padeciese de ninguna obsesión científica o filosófica, tampoco ignoraba el prestigio que la práctica exitosa de la ciencia podía haber arrojado a su matrimonio. Los documentos que publicamos en el dossier quieren matizar la vida de Emma Bravard, otra señora de una ciudad de la provincia francesa, en este caso de Issoire, una pequeña ciudad cercana a Clermont-Ferrand en el departamento de Puy-de-Dôme en el Macizo Central, esa región poblada por antiguos volcanes y aguas curativas termales. A diferencia de la heroína flaubertiana, Emma B., nacida Fayolle, es la condición de posibilidad para que su marido desarrolle su vocación de coleccionista y conocedor de los fósiles del período terciario. No solo eso: su vida quedó sepultada por las biografías algo falseadas de Auguste Bravard, quien construiría una exitosa carrera como naturalista local en el Plata argentino y moriría en el terremoto de Mendoza de 1861.