INVESTIGADORES
MYERS Jorge Eduardo
congresos y reuniones científicas
Título:
La correspondencia intelectual: Alfonso Reyes y Mariano Picón Salas corresponsales ubibuos y "lanzaderas" de prestigios y saberes intelectuales 1910-1965
Autor/es:
JORGE EDUARDO MYERS
Lugar:
Buenos Aires CABA
Reunión:
Congreso; VIIas Jornadas de Historia de las Izquierdas "La correspondencia en la historia política e intelectual latinoamericana"; 2013
Institución organizadora:
CEDINCI/UNSAM
Resumen:
Dos de los cuerpos latinoamericanos de correspondencia más abundantes de mediados del siglo XX son aquellos de Alfonso Reyes y ?para el caso venezolano- Mariano Picón Salas. En el caso del primero, escritor infatigable, la conversación mantenida a distancia, desde sus distintos destinos diplomáticos, con amigos, colegas y rivales, dio origen a una voluminosísima correspondencia, importante no tan solo por el mapa de relaciones intelectuales que permite reconstruir con fina precisión, sino también por el propio contenido de las cartas, a veces casi pequeños tratados de reflexión ?humanista?. Reyes, autor de misivas, se inscribe dentro de la figura más amplia de ?Reyes, administrador de su propio legado intelectual?, es decir, la de un intelectual que buscó de modo obsesivo garantizar para la posteridad todos los elementos necesarios para construir el monumento al gran intelectual latinoamericano del siglo veinte: iniciador de su propia obra completa, Reyes también conservó sus pensamientos y actividades más efímeros en un diario extenso, y creó un archivo personal ?la Capilla Alfonsina- para resguardo de su enorme acervo epistolar. De este modo, Reyes y su epistolario constituyen uno de los polos radicales en cuanto al empleo del epistolario para construcción y consagración de la propia figura de intelectual. En el caso del segundo, el ámbito de su ambición fue más restringido: con pasar a la posteridad como el gran intelectual venezolano del siglo veinte se conformaba. Autor de una obra ensayística y de ficción de cierto volumen y mayor importancia, Picón Salas también generó, como parte de su quehacer cotidiano, una voluminosa correspondencia intelectual y política, pero a diferencia del mexicano, solo conservó cuidadosamente aquella referida a sus pares más importantes de la propia Venezuela, y ?excepción significativa- al polígrafo y ?humanista de América? mexicano. En esta ponencia proponemos examinar el carácter polisémico de la correspondencia intelectual, tomando el caso -por cierto muy particular- del ?humanismo cultural? de la red intelectual auspiciada por Reyes y sus contemporáneos de generación del movimiento Ateneísta mexicano. El foco estará puesto sobre los múltiples usos de la correspondencia intelectual, en un momento histórico cuando su carácter de medio exclusivo de comunicación a distancia ya había sido desplazado por nuevas tecnologías como el telégrafo y el teléfono: 1) el debate intelectual ?la confrontación de puntos de vista opuestos o no necesariamente coincidentes, provocada muchas veces por el interlocutor-; 2) la definición del propio pensamiento en torno a cuestiones que interpelaban al grupo de referencia ?el uso del medio de la escritura con un destinatario específico para ?pasar en limpio? una reflexión quizás no del todo clara en un primer momento; 3) la justificación a posteriori de posiciones tomadas ?ante amigos o enemigos-; y 4) la proyección hacia la posteridad ?de la propia figura como intelectual, donde las cartas resultaban no solo ser el vehículo vivo de un pensamiento en movimiento sino el registro permanente del mismo-. Si bien el período global que abarca esta ponencia es aquel que va desde las primeras cartas de Reyes hasta las últimas de Picón, el examen de tan largo período y de tan voluminoso material se hará en función de ?calas? que hemos juzgado significativas. Alfonso Reyes y el epistolario de un humanista 1907-1959 Nacido en 1889, Alfonso Reyes, que fue el benjamín de los Ateneístas entre 1906 y la disolución (y sublimación) de ese movimiento en el fragor de la Revolución Mexicana, cultivó durante toda su vida dos prácticas de la escritura muy ligadas entre sí, por su referencia inmediata a una vivencia personal: la anotación de sus actividades, lecturas y reflexiones en un diario personal ?una costumbre que conservó sin interrupción desde 1911 hasta su muerte en 1959-, y el cultivo asiduo de una conversación permanente, por medio de una correspondencia cada vez más voluminosa, con sus amigos y amigas, cuya interlocución de intelectuales y artistas le resultaba evidentemente necesaria a su propia práctica de pensador y escritor: desde 1907, por lo menos, hasta su muerte en 1959, Alfonso Reyes fue una verdadera máquina de enviar cartas, a los cuatro rincones del mundo. Una parte de su correspondencia, la más privada, se circunscribió, indudablemente, a su círculo familiar: un círculo relativamente amplio e ideológicamente diverso. Hijo del General Bernardo Reyes, algunas de sus primeras cartas fueron escritas de niño a un padre ausente, cuando Alfonsito vivía con su madre en Monterrey y el padre estaba en México o en campaña militar; o cuando Alfonso, ya un poco mayor, se había trasladado ya a México él mismo, para proseguir allí sus estudios superiores: esta correspondencia tuvo un desenlace trágico cuando A.R. era aún relativamente joven, como consecuencia de la muerte violenta del general su padre en 1913. En trabajos sobre el general he visto fragmentos de las mismas. Sus hermanos ?todos mayores que Alfonso, algunos muy mayores- fueron enemigos de la Revolución Mexicana a la que se opusieron desde una posición política conservadora, y uno de ellos, Rodolfo Reyes, intelectual como su hermano menor, hizo el periplo desde un acendrado huertismo en los años 1910 hasta un apoyo entusiasta por el régimen de Francisco Franco en los años 1940-. Con ellos es imposible que no haya intercambiado cartas, algunas de ellas sin duda muy importantes para su propia biografía intelectual, pero no las he podido consultar. Es imposible, también, que no haya mantenido alguna correspondencia con su madre, dada su larga ausencia de México (1913-1939, con solo brevísimas visitas en el medio). Dado el tamaño de su familia, es probable que haya intercambiado misivas con sobrinos y sobrinas, primos y primas también, en ciertas ocasiones de su vida, como parte del mantenimiento de una sociabilidad a distancia, aunque es probable que, por la profunda ruptura ideológica que había hecho de él la oveja negra de la familia, hayan expresado más una cordialidad convencional que un despliegue de exuberante afecto o de íntima confesión. Es la correspondencia intelectual, sin embargo, la que representa la mayor parte del acervo epistolar dejado por Reyes, y la que fue más funcional a su propia concepción de lo que debía ser su lugar en el mundo de las letras de su época.