IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
Roberto Arlt en los años treinta
Autor/es:
JUÁREZ, LAURA
Editorial:
Simurg
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2010 p. 350
ISSN:
978-987-554-155-9
Resumen:
Dos ideas inscriptas de modo más o menos solapado en el rutilante y agónico prólogo a Los lanzallamas, la admiración de Arlt por el estilo de Flaubert y su atracción enfática y “ardiente” por la “belleza”, pueden ser repensadas si se enfocan sus obras de los años treinta; ideas eclipsadas, por otra parte, por las imágenes fuertes del “escritor torturado”, que escribía mal, el “artista fracasado” e incomprendido y ocupado por “la sociedad que se desmorona”. Porque efectivamente, en el período de diez años que se inicia en 1932, cuando Arlt deja de escribir novelas, se vuelca al teatro e introduce en sus obras nuevos modos de representación (lo fantástico, lo maravilloso, el relato de viajes y aventuras, el policial y las narraciones de espionaje), sus textos se redefinen y reestructuran, ensayan otras formas de legitimación y buscan ubicarse en posiciones más prestigiosas, que las que ofrecía el periodismo o el autodidactismo. En este sentido, el libro indaga una zona de la historia crítica y literaria que no había sido explorada suficientemente: cómo cambia la literatura de Arlt en los años treinta y las distintas maneras en que puede verse un intento de jerarquización en las obras de esta época. Por lo tanto, el primer capítulo estudia el proyecto dramático de Arlt y su inscripción en el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta que surge en Buenos Aires como una verdadera empresa cultural a través de la cual Barletta fundó un espacio común que supo convocar a escritores que provenían de diferentes zonas del campo intelectual de la izquierda. Sus integrantes, en oposición al denominado en ese entonces “teatro comercial” o “teatro profesional”, se propusieron realizar, según su acta de fundación, “experiencias de teatro moderno para salvar el envilecido arte teatral y llevar a las masas el arte en general, con el objeto de propender a la elevación de nuestro pueblo”. En síntesis, teatro para el pueblo y teatro con contenido social, teatro de divulgación de los clásicos o “teatro de arte”, desinterés económico y, fundamentalmente, educación popular, son los núcleos centrales de su propuesta cultural y artística. Si bien Arlt representa todas sus obras en el Teatro del Pueblo (a excepción de El fabricante de fantasmas), se inscribe en este ámbito con algunas disidencias pues sus piezas teatrales no buscan educar al espectador, como proponía el ideal pedagógico de Barletta, sino que procuran, más específicamente, la participación y la “simpatía” “emocional” del público y su “reacción” en relación con las acciones que se ponen en juego sobre el escenario. A su vez, a diferencia del optimismo de Barletta y su confianza en la dramaturgia como “escuela de la humanidad”, en el teatro de Arlt se cuestiona la incidencia social del teatro, la literatura y el arte en general. Finalmente, en el caso de las obras de contenido ideológico y político, o aquellas en que es clara la tesis realista-social, el teatro de Arlt entabla una discusión con el realismo y sus formas de representación: hay una apertura hacia lo fantástico y los textos combinan una búsqueda estética con una intención ideológica. El segundo capítulo examina el viaje de Arlt a España y África, un viaje que marca sin duda un quiebre en su escritura y lo diferencia de los rasgos predominantes en sus novelas y relatos anteriores. Desde entonces, aparecen en su obra nuevas maneras de narrar, se construye otra espacialidad, se pone en evidencia cierta búsqueda por un estilo más elevado, características ya presentes en “El traje del fantasma” y “La luna roja”. En su crónicas Arlt critica los modos de representación más típicos del relato de viajes y de la tarjeta postal no obstante lo cual sus aguafuertes españolas no sortean las trampas de lo exótico, lo típico y lo pintoresco y retoman algunas de las fórmulas convencionales de la escritura de viajero,como puede verse en la representación de la Semana Santa en Sevilla, en las vistas de Toledo, en las fiestas de Granada, en la gitanería andaluza, en el espectáculo-cuadro de la mujer sevillana y en las corridas de toros. Además de las escenas de color local, con el viaje a España ingresa, también, la mirada paisajística en la literatura de Arlt (“la mirada del exiliado, del que conoce su extrañeza radical con las cosas” y además “es siempre una mirada estética” que surge de una relación armónica —y de cierto dominio y “seguridad”— entre el ojo que observa y el mundo representado). Se trata de la experiencia de un nuevo sujeto y una perspectiva distanciada y ajena a la del hombre agobiado y en crisis con un mundo de cambios y tensiones de su obra previa. De esta manera, puede decirse que si un tono se impone en los pasajes españoles ese tono es el elogio, la fascinación por lo otro y la construcción de un mundo paralelo y diferente, alternativo al orden de la experiencia vital: “Y sonrío gozando este pedazo de mi vida que es un sueño”. Narrador gozoso y viajero aventurero que se deleita en lo diverso, Arlt se presenta en estos textos escindido entre el dejarse llevar que propone la aventura del viaje y el compromiso de ser un testigo veraz y un cronista político de los hechos. Una nueva perspectiva y también un nuevo tipo de sujeto, las aguafuertes españolas introducen así postales “iluminadas” y cuadros de color, ciudades cordiales, mundos alternativos y paisajes de ensueño. Con respecto a la narración del viaje a África, se reflexiona sobre el exotismo oriental que también incorpora formas narrativas novedosas en la literatura de Arlt. Esas nuevas formas desmienten, de alguna manera, las críticas que el escritor había recibido a propósito del estilo. Tanto en las aguafuertes africanas como en las ficciones de temática oriental que escribe después de su viaje, el traslado en el espacio significa también un viaje en el tiempo. Hay una separación enfática y contundente del espacio-tiempo de la modernidad porque Arlt borra las huellas de lo moderno y sólo describe aquellas zonas africanas que la vinculan con el pasado, como si lo pintoresco o lo exótico de los espacios en muchos casos fuera fundamentalmente la temporalidad. De este modo, África no sólo resulta ser el lugar de la belleza y el deseo, el escenario elegido para el deleite estético y para el vuelo y la evasión imaginativos, sino sobre todo, el sitio que conduce a un mundo primitivo de libertad y placer, donde se hacen presentes distintas reglas de funcionamiento del mundo social. En este universo narrativo ya no tienen cabida los personajes anteriores, atrapados por el engranaje de la máquina infernal de la sociedad. Por otra parte, también aparece en los textos africanos una mirada diferente sobre los espacios: la perspectiva reemplaza a la visión de contacto, fragmentaria y deformada de sus obras previas, y el colorismo oriental supone un cambio de estilo y una "estetización". Los textos inscriben así cierta búsqueda de la belleza, una construcción escenográfica del sitio africano y formas de enunciación que saturan de exótico lo representado e introducen un saber literario que remite al modernismo y al imaginario decadente. En conclusión, el espacio de lo ajeno hace posible que la literatura de Arlt se aleje del edificio social que se desmorona presente en sus primeras obras, para convertirse en la zona en que se puede pensar en bordados para realizar el deseo de componer un texto al estilo de Flaubert. Entre este conjunto de nuevos rasgos, géneros y procedimientos, el tercer capítulo se centra en la cuentística, por ser el ámbito en el que ingresan más claramente las preocupaciones de Arlt en los años treinta. En ese sentido, el análisis de los modos de lo fantástico y de lo maravilloso, son centrales para considerar cómo su obra se redefine, modifica y reestructura. Así, si bien es sabida la preeminencia de las ficciones fantásticas en la literatura argentina y en la producción del Río de la Plata, el fantástico en la narrativa de Arlt no había sido suficientemente analizado ni en sí mismo ni en relación a su contexto de emergencia. Los relatos que Arlt escribe a mediados de la década del treinta y en los primeros cuarenta coinciden con el momento de consolidación de ese género en la literatura argentina y se caracterizan por incorporar procedimientos y tópicos provenientes del modernismo y del imaginario decadente, que los acerca a relatos fantásticos de la literatura argentina bastante anteriores, como los de Leopoldo Lugones. Estos rasgos decadentistas y modernistas se cruzan y conviven en los años treinta con elementos que remiten a las constantes más típicas de la ficción de Arlt; en este cruce de tendencias Arlt reestructura su obra a la vez que toma distancia y cuestiona algunas de las formas cristalizadas en la tradición literaria del modernismo-decadentismo. Asimismo, y teniendo en cuenta que insistentemente el escenario africano es el ámbito donde se ubican estos relatos, y que lo fantástico se desarrolla preferentemente en un espacio exótico y alejado, el libro considera cómo la conjunción de exotismo y fantástico genera cierto tipo de narraciones que se aproximan en muchos casos al orden de lo maravilloso. De esta manera, si bien el fantástico acerca los relatos de Arlt a las narraciones policiales, fantásticas y de aventuras de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, la reincorporación de tópicos y procedimientos modernistas torna conflictiva y problemática su inscripción en el contexto de emergencia.    El capítulo cuatro indaga la columna periodística de Roberto Arlt desde 1937 a 1942, período en el que las notas de “Tiempos Presentes” y “Al margen del cable” reemplazan el espacio que las “Aguafuertes Porteñas” tenían en El Mundo. Se trata de textos misceláneos que incluyen curiosidades para los lectores del diario, excentricidades “novelescas” extraídas de los cables de noticias, breves relatos sobre el mundo del hampa y de la criminalidad, despliegues de la noticia perdida y la nota marginal, interpretaciones de los sucesos de la guerra, biografías de singulares personajes. Cada uno de ellos, se origina en la información internacional que Arlt lee en diversos periódicos de la época y en los sucesos más o menos relevantes de política u otros asuntos provenientes del exterior que llegaban al diario en los cables de noticias. Por lo tanto, estas notas conforman un nuevo género periodístico que incorpora el registro del presente y reelabora la noticia mostrando, a su vez, distintas formas de referir los sucesos y diferentes modos de interpretar los hechos que se escriben en la prensa del momento. Así, además de detenerse en relatos auxiliares a los grandes sucesos de la conflagración internacional y dar espacio a la noticia explícitamente marginal, las crónicas cuestionan algunas de las formas de la escritura y la enunciación periodística y confrontan los distintos modos de construir la noticia. Arlt escribe en términos literarios el contexto y los personajes que imagina a partir de la breve información cablegráfica y de las notas periodísticas en una expansión narrativa de la información internacional que hace uso de los mismos procedimientos literarios, géneros y tópicos que caracterizan su narrativa de esos años. Las crónicas devienen entonces en textos de aventuras, historias de espionaje y tramas ligadas al policial y a la criminalidad, así como también en breves piezas teatrales. El capítulo cinco se centra en cuentos y crónicas que hacen de la delincuencia su tema principal ya que, si bien el mundo del delito siempre estuvo presente en su obra, en los años treinta sus modos de representación son otros: Arlt incorpora tópicos y procedimientos del relato policial clásico, de la novela de espionaje y de las historias de hombres infames. Así, un conjunto importante de crónicas de “Al margen del cable” ligadas al policial, al espionaje y a la criminalidad, cuentan historias de delincuentes singulares y personajes del delito que se asemejan a las biografías de Historia universal de la infamia de Borges. Simuladores e impostores, traidores, gangsters (norteamericanos y orientales), asesinos a sangre fría, los infames aparecen en los cuentos y las crónicas internacionales de Arlt a través de sus biografías, sucintas y caricaturescas, que narran una vida en pocos trazos. Aunque el tiempo de la acción de las biografías de Borges y Arlt es diferente —Borges las ubica en el pasado mientras Arlt las registra en el presente—, en ambos puede leerse un interés en la singularidad y “capacidad de inventiva” en torno al mundo criminal y una perspectiva similar sobre los personajes que, a través de la ironía y la parodia desestabiliza los lugares establecidos y cuestiona los límites del delito. A su vez, los cuentos de criminales y de espías que Arlt publica en las revistas El Hogar y Mundo Argentino, incorporan rasgos del relato policial clásico y de la literatura de espionaje, inéditos en su producción anterior, que ponen en juego nuevas formas narrativas. En este caso, además de cierta adscripción de Arlt a las vertientes de circulación masiva en la época cuyo paradigma era Edgar Wallace, puede leerse en sus ficciones criminales un cuestionamiento de los moldes genéricos de la narración detectivesca y un cruce del policial con tramas fantásticas que nos reenvía nuevamente a los textos de Borges y Bioy Casares, a sus obras en colaboración y a algunos de los relatos que se publicaron en la Revista Multicolor de los Sábados. Con el espionaje, la literatura de Arlt le da nueva forma a la traición e introduce el conflicto bélico como motor narrativo de historias en las cuales predominan personajes función, sujetos despersonalizados, “resortes de la gran partida” que juegan las naciones “en llamas”. A partir de un saber aprendido en la propia práctica narrativa y teatral, Roberto Arlt comienza una reflexión más sistemática sobre el quehacer literario en una serie de notas que publica en El Mundo desde agosto a noviembre de 1941, y que se analiza en el último capítulo. Por su tono y su estructura, estas notas adscriben a ciertas “formas del ensayo” en tanto ensamble conceptual y desarrollo de ideas. En ellas, aunque sin mencionarlo de modo explícito, se entabla un diálogo y una discusión con las tesis de Ortega y Gasset sobre la novela, y también con las respuestas a esas apreciaciones que circulaban en los años cuarenta en la Argentina, entre las que se destacan la réplica de Borges en el “Prólogo” a La invención de Morel, y las apreciaciones de Roger Caillois y Héctor Agosti. Los artículos de Arlt se ocupan, en este sentido, de la tan deliberada cuestión de la decadencia del género novela y su supuesta ausencia de temas, del abuso de la introspección psicológica, el subjetivismo y la descripción “realista” de la “novela contemporánea” y del problema de la ausencia de “acción”, de aventuras y peripecias. Mientras Arlt discute las ideas de Ortega y retoma los términos de una polémica instalada en el campo literario, también intenta hacerse un lugar en las letras argentinas y se distancia de sus concepciones sobre la novela que aparecían antes de 1932. De esta manera, cuando Arlt se enfrenta al realismo tradicional, critica las realizaciones de la novela psicológica y propone una literatura en la que prime la acción y la “reacción” de los personajes, su intervención, a la vez que delimita, relee y proyecta los criterios de su propia obra se aproxima, a su vez, podría decirse estratégicamente, a las definiciones de Borges, Bioy Casares y este grupo de escritores argentinos que estaban prescribiendo con operaciones muy fuertes en el campo literario y desde Sur los nuevos moldes para la ficción narrativa. Los textos sobre la novela manifiestan, en suma, los lineamientos principales de su propuesta dramática, su particular concepto de la prosa narrativa, los modos adecuados de la relación que Arlt buscaba entre el arte y el público lector o espectador y también, permiten leer los posibles argumentos para la legitimación de la tarea del escritor, que Arlt esboza, imagina y proyecta en estos breves ensayos periodísticos, en una reestructuración de su obra y consecuentemente con las nuevas modalidades y géneros que ingresan a su producción desde los años treinta. De esta manera, se intenta contribuir al debate de la crítica y la historia de la literatura argentina en la exploración de la etapa, los textos, los géneros literarios y discursivos menos transitados de la obra de Roberto Arlt, para repensar el lugar del teatro, lo fantástico, el policial y las historias criminales y de espionaje en el período, aspectos que en los estudios literarios y en las investigaciones históricas no se han examinado aún de modo definitivo. Escritor y periodista, cuentista y dramaturgo, sus textos de los años treinta permiten acercarnos a “otro Arlt” que se aleja del que suelen presentarnos algunas de las imágenes más cristalizadas sobre su obra y su figura. Colorismo oriental, paisajes de la mirada, imaginación exotista, relatos fantásticos, piezas teatrales, crónicas de delitos, ficciones criminales y asuntos de espías, son formas que, de distintos modos, dan curso a la literatura de Arlt en los años treinta, la redefinen y resignifican.