IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
Las venas del sur siguen abiertas
Autor/es:
UTSA PATNAIK ; JOHN SMITH ; AHMET TONAK ; GABRIEL MERINO; PRABHAT PATNAIK ; ATILIO BORON
Editorial:
Batalla de Ideas
Referencias:
Lugar: Ensenada; Año: 2020 p. 186
ISSN:
9789874762009
Resumen:
El concepto de imperialismo tiene mala prensa. Sin duda, en el mundo intelectual y académico hegemónico, se lo trata como un término demodé, centralmente ideológico y con escasa capacidad explicativa de nuestra realidad actual. En esta ?Era de la Globalización?, no necesitamos reeditar categorías de otros momentos históricos que nos llevarían a viejas recetas para mejorar la vida de nuestros pueblos, sino más bien reconocer el tiempo que vivimos y hacer primar el realismo. Esta visión, aún cuando puede estar motivada por nobles intenciones, nos inmoviliza y nos conduce a dejarnos convencer de que este mundo desigual sólo puede transformarse en su dimensión molecular. Sin embargo, es parte del triunfo del modelo civilizatorio occidental y capitalista luego de la caída del Muro de Berlín, que buena parte del pensamiento crítico haya abandonado ciertas categorías en pos de explicaciones más amigables con el establishment académico y político de nuestro tiempo. Miremos por donde miremos en el Sur Global, encontramos situaciones que requieren explicaciones globales. La apropiación de bienes comunes en África y América Latina, la expansión de los talleres textiles en condiciones infrahumanas de trabajo en Asia, el dominio de la producción de los países del Sur de Europa y Norte de África por empresas radicadas en Alemania y Francia; la dominación del Estado de Israel sobre Palestina; la imposición de la propiedad privada sobre espacio comunales transformándolos en espacios para la acumulación de capital; las innumerables intervenciones militares en Oriente Medio; la imposición del American Way of Life a través de la industria cultural estadounidense; son no son más que expresiones de que el capitalismo global es, a decir de Samir Amin, un ?sistema desigualador entre países y regiones?. Esta desigualdad no es una abstracción, no es pura elucubración teórica, sino que se vive en los cuerpos de los oprimidos y oprimidas del Sur. Es por ello que consideramos que la categoría más adecuada para entender esta desigualdad global, es el imperialismo. Consideramos urgente volver a darle contenido, actualizado a nuestros tiempos y nuestras luchas, a un concepto potente en términos explicativos e históricamente asociado a las luchas de los pueblos por la liberación. Es tanto concepto como categoría nativa de nuestros proyectos de emancipación del Sur. La trayectoria de este concepto teórico-político es ampliamente difundida. Hacia fines del siglo XIX Gran Bretaña conoció su período de expansión capitalista más intenso. Luego de sufrir una crisis económica de peso, el reimpulso de su propio capitalismo implicó una nueva oleada de expansión global de la civilización capitalista occidental. Aquí la novedad más significativa en relación a las prácticas coloniales previas, fue que la expansión respondió, sobre todo, a las necesidades de la acumulación de capital de los centros industriales de Europa. Como lo ha señalado Hobson, un liberal crítico de las imposiciones del gobierno inglés al resto del mundo, ?Todos los hombres de negocios admiten que el crecimiento de los poderes productivos en sus países excede el crecimiento del consumo, que se pueden producir más bienes que los que pueden ser vendidos con ganancias, y que existe más capital que el que puede ser invertido rentablemente. Esta situación económica es la que forma la raíz del Imperialismo?. Esta lectura motivó a los pensadores marxistas como Lenin, Rosa Luxemburgo, Kautsky, entre otros, a poner el ojo sobre esta nueva etapa que se abría en el mundo. El trabajo de Lenin Imperialismo etapa superior del capitalismo, marcó sin duda un antes y un después en la discusión sobre el imperialismo. Este concepto no sólo era explicativo la concentración del poder y los ingresos en los países del norte, sino que era un mecanismo de concentración y monopolización del capital, basado en la exportación de capital desde los países imperialistas hacia las periferias del mundo, favorecido por el desarrollo del capital financiero y, al mismo tiempo, apropiando los recursos provenientes del Sur para garantizar las condiciones de producción del Norte. En buena medida, podemos ver a estos años de expansión global del capital del Norte, en particular del inglés, como un fárrago de capitalismo y coloniaje. De hecho buena parte de la operatoria de este supuesto proceso civilizatorio del Norte, se basó en la liberalización económica y la dependencia política de una cuarta parte del mundo. Asia, África y Oriente Medio fueron parcelados como propiedad de diferentes países imperialistas de Europa. Así, una cuarta parte del mundo se distribuyó en colonias que impusieron a sangre y fuego el nuevo deber ser las corporaciones capitalistas transnacionales. En el caso de América Latina, el imperialismo tomó la forma de dependencia económica en un marco de presunta independencia política nacional. Tal como lo presentaba Manuel Scorza en su magnífica y desgarradora historia, el capital extranjero se instaló en nuestras tierras apropiándose del agua, los cerros y hasta la vida misma. Más allá de esta expansión, el capital global entró en una nueva y terrible fase de crisis. Una guerra sin precedentes hasta el momento que destrozó a los centros del imperialismo clásico fue la expresión más deshumanizante de esta nueva fase de desarrollo del orden mundial desigualador. Es en ese contexto que surge una nueva hegemonía global que termina de consolidarse luego de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos. Lejos de intentar atizar el conflicto entre potencias, Estados Unidos logró ser el mejor representante del capital estadounidense y del capital global por, al menos 50 años. Apostó a la reconstrucción de Europa para lograr mercados rentables para su expansión industrial doméstica, viabilizó negociaciones para impulsar flujos de inversiones productivas en los países del Sur, exportó sus patrones culturales de consumo por el mundo, participó abiertamente en los operativos militares contra los proyectos de izquierda de varios países e impuso regímenes dictatoriales en una variedad de países del Sur. Como ha dicho oportunamente el historiador Perry Anderson, Estados Unidos basó su nueva lógica imperial una combinación de la fortaleza productiva de su economía, su capacidad de dominio militar y su capacidad hegemónica a través de la legitimidad que logró su democracia y su modelo cultural. Es, en buena medida ?un guante de terciopelo que tiene dentro una mano de hierro?. Más allá de este éxito del imperialismo norteamericano, las resistencias populares en todo el Sur global en los años ´60, la Revolución Cubana, la derrota del imperio en Vietnam, marcaron una nueva crisis política de ese orden desigualador y, al mismo tiempo, se desarrollaba una nueva crisis económica global, quizá una de las más significativas para explicar el mundo que hoy vivimos. La crisis de la década de 1970 encontró, nuevamente, una salida en el imperialismo recargado. Neoliberalismo e imperialismo se hermanaron para dar lugar a un nuevo ciclo de imposiciones financieras, productivas y militares desde el Norte hacia el Sur. El nuevo (des) orden global nacido de esa crisis capitalista de los años ´70 del siglo pasado, multiplicó las desigualdades previamente existentes y generó una tendencia a la financiarización y al saqueo sin precedentes. Luego de declarar la ?muerte de las ideologías? y el ?fin de la historia? a favor de un nuevo mundo global libre, democrático y capitalista, el supuesto nuevo siglo norteamericano está, nuevamente, en una crisis innegable. Pero esta crisis no tiene como contracara necesaria condiciones de mayor dignidad para los pueblos del Sur. Por el contrario, la crisis del imperialismo norteamericano acentúa la barbarie: interviene militarmente de manera directa en Medio Oriente, multiplica sus imposiciones financieras, absorbe las masas de capital del mundo y las convierte en capital financiero, desarrolla nuevos formatos de guerra híbrida contra los países que no quieren ceder su soberanía desde Siria a Venezuela.Este libro intenta, desde el diálogo y el debate colectivo, construir una nueva lectura acerca del imperialismo de nuestro tiempo. Es una caja de herramientas para entender, el tiempo que nos toca y renovar nuestro compromiso militante en contra de todas las formas de opresión. Comprender cómo opera hoy el imperialismo, a través de qué mecanismo, delimitar la profundidad de su crisis y las posibilidades de hegemonías alternativas, permite reeditar el compromiso con la liberación de nuestros pueblos desde el Sur Global. Permite pensar que, en buena medida, debemos cerrar el desangre que implica la expoliación nuestros cuerpos, nuestra cultura, nuestros bienes comunes y nuestro trabajo. Permite, reconstruir un piso histórico sobre el cual pararnos, que el Che sintetizaba en que más allá de los desacuerdos tácticos, ?En cuanto al gran objetivo estratégico, la destrucción total del imperialismo por medio de la lucha, debemos ser intransigentes?. Incluimos aquí cinco capítulos que atraviesan una variedad de puntos de debate contra las lecturas celebratorias de la globalización neoliberal, contra el ?no hay alternativa?. Ponen en tela de juicio el rol que le otorgan los países imperialistas nuestras economías del Sur como garantizadoras de alimentos baratos, las nuevas (viejas) formas de la explotación laboral, las características de la competencia entre capitales a escala global, la nueva estrategia militar de Estados Unidos en el contexto de crisis de su proyecto hegemónico y los puntos nodales para interpretar la sucesión hegemónica que vivimos como una oportunidad a la vez que un gran riesgo. Esperamos que estas líneas sean un aporte para comprender la monstruosidad del enemigo, pero a la vez nos lleve a profundizar nuestras herramientas y fortalecer nuestras trincheras. Porque, en definitiva, por más terrible que sea la operatoria del enemigo, siempre lucharemos por nuestros sueños de justicia, como nos planteaba el poeta Palestino Samih Al-Qassem en su ?Informe de una bancarrota?,?así apagues tus fuegos en mis ojos,así me llenes de angustia,así falsifiques mis monedas,o cortes de raiz la sonrisa de mis hijos,así levantes mil paredes,y clavetees mis ojos humillados,enemigo del hombre,no habrá treguay habré de pelear hasta el fin?.