CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

Los Concilios Eclesiásticos constituyeron una institución política de carácter abierto; fue el espacio donde se desarrollaban las discusiones políticas y donde la aristocracia desplegaba toda su capacidad de agencia política, todo su poder político. Las actas de los Concilios están constituidas sólo por las resoluciones adoptadas, pues los notarios transcribieron únicamente los dictámenes y decretos aprobados y no las discusiones que tuvieron lugar para llegar a ese resultado. Sin embargo, en estos documentos hallamos ciertas expresiones que revelan que hubo debates acalorados. A partir del año 589, con la llegada al trono de Recaredo, estos cónclaves comenzaron a funcionar como verdaderas asambleas del reino, fueron un instrumento de gobierno de los reyes ?como sostiene parte de la historiografía?. Además, consideramos que se erigieron como uno de los espacios de construcción del poder de la aristocracia laica. En estas reuniones, los fallos los dictaminaba el rey, o los magnates laicos y eclesiásticos o de común acuerdo, se dirimía la correlación de las fuerzas políticas del momento; allí se alcanzaba el consenso aristocrático del reino.Observamos que en los Concilios donde se promulgaron cánones sobre la defensa de los premios otorgados por el rey a la aristocracia laica a cambio de la promesa de fidelidad, también, en su gran mayoría, se dispusieron cánones sobre la protección de la figura regia y su familia y algunas restricciones sobre el poder del rey. El rosario de cánones promulgados en una misma asamblea forma un hilo conector, que revela que los aristócratas no solo rubricaron los Concilios, lo cual los dotaba de legitimidad, sino que también fueron capaces de imponer sus intereses en las cláusulas canónicas y utilizaron ese espacio de sociabilización pública para construir su poder político.