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Desde temprano, los vínculos internacionales fueron importantes para consolidar proyectos políticos nacionales y regionales del feminismo y los movimientos de mujeres, en general. Ese motor impulsó el fomento de relaciones e instituciones (Sandell, 2015, pp. 33-35). Algunos de esos vínculos se mantuvieron a través de las propias organizaciones, y también surgieron espacios vinculados a los estados nacionales ?lo que algunas autoras como Gabriela Cano (2017) han denominado feminismo de estado? que impulsaron cabildeos femeninos en ámbitos internacionales. Según Francesca Miller, es muy importante subrayar el significado no sólo simbólico que los organismos internacionales imprimieron a la lucha por los derechos. Para Miller, la Comisión Interamericana de Mujeres, en particular, no obstante ser financiada por fondos norteamericanos, tuvo un papel crítico sobre las políticas estatales ?en particular en los años 20 y 30? pues al enfocarse en los problemas de las americanas era imposible obviar la penosa situación en la que se encontraban (Miller, 1991: 192). Ann Towns (2010), por su parte, ha enfatizado la influencia de CIM sobre la sanción del voto femenino, incluso en los años 40. Es innegable que a medida que ese internacionalismo coadyuvó en la divulgación de ideas, logró convertir la condición de las mujeres en un parámetro para medir el nivel de desarrollo y de las naciones en los términos pautados por los organismos internacionales. Sin embargo, en este trabajo considero oportuno matizar la centralidad de las incidencias internas que las postulaciones internacionales pudieron tener y, para ello, me demoraré en tres escenarios políticos, geográficos y temporales distintos, engarzados por el hilo de la situación de Argentina y los derechos políticos de las mujeres.