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La mousiké es el núcleo del programa educativo que Aristóteles diseña para el mejor régimen. El papel y la estructura curricular de esta disciplina son claves para comprender las respuestas a las dos preguntas fundamentales que el filósofo plantea al comienzo de la Política VII. El filósofo le asigna diferentes funciones a esta disciplina y propone una consideración jerárquica de ellas, según la cual la función más elevada, es decir, la ociosa, está esencialmente relacionada con el fin último de la vida humana, esto es, la eudaimonía. Está claro que todas las funciones musicales están entrelazadas y, en ese sentido, es importante enfatizar el hecho de que las funciones inferiores son condiciones necesarias para las más elevadas. Aunque Aristóteles menciona explícitamente tres propósitos musicales (Pol. 1339b13), en el último capítulo de la obra parece presentar a la catártica como una función independiente y no está claro cómo la relaciona con las otras funciones, especialmente con la educativa. Esta dificultad nos enfrenta con el problema más complejo sobre el poder emocional y ético de mousiké o, tal vez, sería más exacto hablar de la música en sentido estricto. El Estagirita no explica si concibe a la ?purificación? de las emociones como una función independiente o bien entiende que está subordinada a la función ética y que solo puede ser ejercida en la adultez o incluso si piensa que es parte de dicha función. Mi propósito en este trabajo es dilucidar cómo se entrelazan las diferentes funciones de esta disciplina, con especial atención a la conexión entre la ?purificación? y, en términos más generales, el control de las emociones y, por otro lado, la habituación del carácter a la virtud, esto es, su función educativa.