IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Cuando el folletín llegó a Buenos Aires. Ocio, periódicos y lectura de entretenimiento durante el segundo gobierno de Rosas
Autor/es:
DIEGO LABRA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Encuentro; Tercer Encuentro Regional Interdisciplinario  ?Noticias de los Medios?; 2017
Institución organizadora:
Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani"/Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
Resumen:
Pocos períodos de la historia de los impresos y la lectura han sido tan sesgados por hechos y juicios de la historia política como el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires, durante la ?larga década? que va desde 1838 a 1852. Se lo caracterizó como un ?periodo sombrío? y nulo para para edición, donde lo poco existente se reducía a propaganda política (Buonocore, 1969: p. 10). Aunque matizado, podemos encontrar hoy la supervivencia de estos juicios que remiten a un ?oscuro panorama?, caracterizado por ?una modesta y opaca producción intelectual y editorial? (De Sagastizabal, 1995: p. 32) y ?particularmente pobre en términos de aparición de nuevos periódicos? (Szir, 2010: p. 12). En parte, este diagnóstico ha sobrevivido porque tiene asidero historiográfico. El decreto sancionado el 1° de febrero de 1832, y ratificado el 3 de septiembre de 1834, le dio a Rosas control absoluto de todo lo impreso en la provincia. Combinado con la persecución política e ideológica propia del gobierno federal, se produjo una marcada reducción de la cantidad de títulos publicados. Entre 1830 y 1838 se publicaron 89 periódicos, mientas que entre 1838 y 1852, cuando la batalla de Caseros comandada por Urquiza derrocó al gobierno rosista, se editaron sólo 13 (Pas, 2010: p. 69).Sin embargo, nuestro trabajo con los periódicos diarios La Gaceta Mercantil (1823-1852) y el Diario de la Tarde (1831-1852), nos permite hipotetizar sobre el poco explorado aspecto de lo que si fue editado bajo la mirada del Restaurador. El primero comenzó a ser editado en 1823 por Esteban Hallet y Santiago Kiernan como un periódico comercial enfocado en avisos, pero luego de 1835 se convertiría en ?el órgano oficial de la dictadura? (Buonocore, 1969: p. 52 y 53). El segundo sigue una trayectoria similar, fundado en 1831 por su editor y dueño Pedro Ponce como un periódico ?serio? de simpatías liberales acordes a la coyuntura política. Aunque nunca se transformó en un ?periódico oficial?, hacia 1837 se alinea con el gobierno de turno (Buonocore, 1969 p. 55 y 56). Bajo estas condiciones editoriales especiales (pérdida del control editorial, subvención estatal, competencia casi nula) ambas publicaciones alcanzaron una vida atípicamente larga para la prensa de la primera mitad del siglo XIX. Pero además, una lectura de ambas publicaciones a lo largo de la década de 1840 nos permite afirmar que estuvieron lejos de ser exclusivamente ?prensa adicta?, o propaganda. Ambos periódicos mantuvieron cierta vitalidad tipográfica, acompañando documentos oficiales y la ocasional diatriba política con textos de otra índole. Poder identificar los cambios introducidos por ambos periódicos al caracterizar los periódicos de décadas anteriores. Las publicaciones periódicas de los 1820, como El Argos de Buenos Aires o la misma Gaceta, poseían un diseño despojado, con el texto distribuido a dos columnas y un predominio absoluto del blanco sobre el negro en la página. Se publicaban mayormente documentos oficiales, ensayos sobre políticos u otros temas considerados de interés para los intelectuales ?ilustrados? que los redactaban. Posteriormente se incorporaran las noticias, aunque la definición de lo que se consideraba tal en el período diste de la contemporánea. En cuanto a los aspectos tipográfico, la Gaceta y el Diario no presentan una ruptura total sino un desarrollo de las tendencias que venían marcándose anteriormente. Esta tendencias pueden sintetizarse en un esfuerzo por dotar a las publicaciones de más y más diverso contenido. Primero, el diseño y layout se debe adaptar a este mandato en la búsqueda de acomodar más texto en la misma cantidad de páginas, la única opción posible ante el prohibitivo costo del papel, la dificultad de procurarlo y la imposibilidad de aumentar los precios sin dañar los números de las suscripciones. Se puede percibir en las fuentes cómo la tipografía se reduce en tamaño, aumenta la cantidad de columnas de texto en la página, y aparecen líneas negras para ordenar la lectura. La mayor cantidad de texto publicado también implicó una relativa diversificación del mismo. El lector de un ejemplar del Diario de la Tarde en 1848, podía entretenerse leyendo el folletín, informarse con las noticias del exterior, cultivarse con un breve texto científico y adquirir información vital para poder desplazarse en el cada vez más complejo espacio urbano (Diario de la Tarde, N°4909,  4 de febrero de 1848)Como esta descripción del contenido de un diario deja inferir, esta progresiva ?modernización? de los periódicos en la década de 1840 abrió la puerta de los periódicos ?serios? a las lecturas ?dispersas?, o que además de ?ilustrar? se proponían entretener al lector. En este respecto, El Diario de la Tarde se distingue frente a La Gaceta por su sostenida apuesta por la lectura orientada al entretenimiento, encontrando ?Variedades?, ?Noticias Diversas? o ?Misceláneas? tan temprano como 1841. Por ejemplo, en las ?noticias diversas? del número 5.821 comparten cartel una información sobre la ?invención extraña? de una ?casa ambulante?, un breve perfil del ejercito chino con sus ?trages pintorescos en rostros de color de cera?, y la reproducción de una nota del New York Herald sobre la idea de de ?nadar en los aires? mediante un globo aerostático y un aparejo (Diario de la Tarde, N°5.821, 13 de febrero de 1851: p.1). La innovación que tendría mayores repercusiones sería el desembarco del espacio folletín en la prensa porteña. En el número 4.349 correspondiente al 16 de marzo de 1846, el Diario de la Tarde comienza serializar El Judío Errante de Eugène Sue, tan sólo un año después de su serialización en Francia (Rivera, 1971). Como define Littau (2008), ?considerada un producto de consumo para ser leído rápidamente y luego descartado, la novela -como el cine más tarde- brindaba cortas ráfagas de entretenimiento, colmadas de sentimientos o emociones vulgares...? (p. 23). El folletín se convierte entonces en una nueva manera de disfrutar la novela, la cual como ya circulaba en Buenos Aires en forma de libros importados, que reportaban mucho más costo para ser adquiridos. A partir este análisis afirmamos que las innovaciones introducidas por La Gaceta Mercantil y el Diario de la Tarde fueron clave en el proceso de configuración del periódico autóctono moderno. La diversificación de los contenidos en ambos diarios, y en especial con la inclusión del folletín y la novela seriada, vino a profundizar el proceso iniciado por Juan Bautista Alberdi en La Moda (1837-1838). En ese semanario, el redactor había abierto a la posibilidad de las lecturas ?frívolas? como un medio válido para atraer al lector (a quien luego se le ofrecería también el material edificante necesario para ?ilustrarlo?). En la década siguiente, estos diarios inauguran el uso de esta estrategia editorial en el ámbito de los periódicos ?serios?. Estas innovaciones no serían un fenómeno aislado. Cuando los subsecuentes gobiernos reinstauren luego de Caseros las condiciones de impresión a un estado similar a 1830, diarios exitosos como La Tribuna o El Nacional incorporaran los elementos introducidos por los diarios de 1840 y los transformarán en hitos tipográficos necesarios a cualquier periódico de la ciudad. La aparente tendencia continuada en el desarrollo tipográfico de los periódicos ?serios? por aumentar y diversificar sus contenidos nos permite establecer una linea genealógica entre las publicaciones de los 1820 como El Argos de Buenos Aires, de los 1830 como El Lucero, nuestras fuentes de los 1840 y los periódicos lanzados durante la ?Organización Nacional?. Con toda esta evidencia en mano nos permitimos desestimar la perenne noción del período del segundo gobierno de Rosas como una ?edad oscura? sin desarrollo editorial. Lejos de afirmar que las restricciones editoriales y la persecución política del federalismo rosista fueron las condiciones ideales para la consecución de este proceso de desarrollo del periódico, si podemos hipotetizar que el efecto definitivo que tuvo cuantitativamente sobre la producción editorial no se tradujo en términos cualitativos a una detención del mismo. El análisis nos sugiere un desarrollo sostenido e ininterrumpido del formato periódico en Buenos Aires durante el siglo XIX. Este continuó, quizá con demoras, a la par del resto de la prensa regional hacia la modernización del periódico americano.