IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
¿Lenguaje sin experiencia? John Dewey y Richard Rorty entre el pragmatismo y el giro lingüístico
Autor/es:
LIVIO MATTAROLLO
Reunión:
Congreso; II Jornadas Nacionales de Filosofía; 2016
Institución organizadora:
Departamento de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Resumen:
El presente trabajo se construirá a partir del cruce entre, por un lado, el impacto que supone el ?giro lingüístico? en la filosofía contemporánea y, por el otro, el resurgimiento del pragmatismo clásico en los ámbitos académicos e institucionales, en especial de Estados Unidos. Respecto del primer elemento, y según Francisco Naishtat (2010), podemos afirmar que la filosofía contemporánea está signada por la metáfora del ?giro?, en alusión a los re-direccionamientos de la propia actividad que abrevan en un fuerte carácter postmetafísico, fundamentalmente desde la segunda mitad de Siglo XX. Richard Rorty aporta una elocuente formulación de este movimiento en ?Dificultades metafilosóficas de la filosofía lingüística? (escrito como introducción a The Ligüistic Turn, 1967), donde vincula la expresión ?giro? a la filosofía lingüística, vale decir, al punto de vista según el cual los problemas filosóficos se resuelven, o mejor aún se disuelven, reformando o mejorando la comprensión del lenguaje que utilizamos (Rorty, 1998: 50).Esta nueva perspectiva, que en principio tuvo para Rorty un carácter metodológico, atraviesa diversas líneas filosóficas contemporáneas dando lugar a sus respectivas reorientaciones, aunque conservando siempre el sentido general señalado anteriormente. Así, el mismo Naishtat menciona el giro hermenéutico de la fenomenología, el giro interpretativo de la filosofía analítica y, en el medio anglosajón, el giro pragmático, que aparece como ?un giro dentro de un giro? en tanto su nota característica es un movimiento de des-trascendentalización del propio giro lingüístico. A grandes rasgos, el giro pragmático parece ser el resultado del encuentro entre la herencia filosófica del segundo Wittgenstein, las denominadas ?filosofías del lenguaje ordinario? y el relanzamiento del pragmatismo norteamericano (Cf. Naishtat, 2010: 236). En efecto ─y aquí introducimos el segundo gran elemento que tendremos en cuenta para nuestro trabajo─, luego de unas décadas de retroceso en la escena filosófica de Estados Unidos, el pragmatismo experimenta un notorio resurgimiento y los aportes de sus representantes clásicos como Charles Sanders Peirce, William James, John Dewey y Clarence Irwing Lewis son retomados en función de distintos intereses. Dada esta variedad de reapropiaciones, David Hildebrand (2003, 2012) distingue dos versiones del ?renacimiento? del pragmatismo: (i) un pragmatismo de la experiencia, que encuentra en el meliorismo el núcleo vital de esa tradición en base al reconocimiento de su noción de experiencia y a la exploración de las consecuencias que la misma implica para diversas concepciones gnoseológicas, éticas y políticas (en este grupo encontramos a Hilary Putnam, Richard Bernstein, Larry Hickman o Richard Schusterman, en el ámbito estadounidense, y también a Axel Honneth y Hans Joas, ambos vinculados a la Escuela de Frankfurt); y (ii) un pragmatismo lingüístico, que rechaza la noción de experiencia al interpretarla como un concepto metafísico tradicional para dar una descripción absoluta de la realidad y que, como alternativa, acepta la idea de que sólo el lenguaje provee el material necesario para la filosofía (en esta línea aparecen Donald Davidson, Robert Brandom o Wilfrid Sellars).Más allá de la enumeración reciente, tal vez sea el propio Rorty quien más ha contribuido para la recuperación de ciertas tesis centrales del pragmatismo clásico. En este sentido, basta recordar que considera a John Dewey como uno de los tres filósofos más importantes del Siglo XX, junto con Ludwig Wittgenstein y Martin Heidegger, realzando el valor de las posiciones antiesencialistas, antifundacionalistas y antirrepresentacionalistas de aquél. Sin embargo, Rorty es autor de fuertes críticas a conceptos claves para la tradición pragmatista, especialmente con respecto a la filosofía del mismo Dewey. Tales observaciones, en la línea de los pragmatistas ?del lenguaje?, han encontrado muchas respuestas, cada una de las cuales pone el acento en distintos aspectos tanto de las críticas como de la filosofía deweyana que se busca defender (Cf. Schusterman, 1999; Faerna, 2003; Hildebrand, 2003 y 2012; Dreon, 2008).Frente a este estado de la cuestión, nos proponemos discutir aquella idea rortyana que sostiene que Dewey ?mezcla? oraciones o entidades lingüísticas con experiencias o entidades psíquicas cuando todo lo que debería haber hecho es concentrarse sólo en las primeras. En este marco, analizaremos las objeciones del neopragmatista para luego evaluar el vínculo que establece Dewey entre acción y significación, en particular a lo largo del Capítulo V de Experiencia y Naturaleza, y finalmente ubicar esos aportes en el contexto general de su teoría de la experiencia. A modo de conclusión intentaremos señalar que si tenemos en cuenta la lectura deweyana del lenguaje como comunicación ─que incluye una dimensión instrumental, social y también final─ no hay lugar al ?Dewey alternativo? que elabora Rorty. De este modo, la hipótesis que sostendremos, a nuestro criterio poco explorada en la bibliografía referida, indica que en la filosofía de Dewey el sustrato común al lenguaje y a la experiencia, comprendido en términos de acción, no permite pensar cabalmente al primero sin referencia a la segunda.