Hécuba y Príamo en el libro 2 de Eneida

MARÍA EMILIA CAIRO

Morón

Jornada; VIII Jornadas sobre el Mundo Clásico; 2016

Universidad de Morón

El libro 2 de Eneida comprende el relato de Eneas de los sucesos que condujeron a la toma de Troya por los griegos. A lo largo de su narración, el héroe rememora, con el objeto de explicar su partida, los encuentros con distintos personajes divinos y humanos (el fantasma de Héctor, su madre Venus, la sombra de Creúsa) que lo disuaden de luchar y le ordenan abandonar la ciudad en llamas. Una y otra vez, Eneas desoye estos consejos y regresa a la lucha, pero nuevamente recibe la orden de partir: el furor bélico aparece como vano e inútil, ya que la empresa consiste ahora en darles a los Penates de Troya una nueva ciudad. En el marco de este relato, en los versos 506-525, el foco se traslada al centro del palacio de Príamo. Allí, Hécuba amonesta a su esposo por querer vestir sus viejas armas e intentar incorporarse a la batalla. Actuar de esa manera, le dice, es obedecer a una mens dira que no se corresponde con el momento. Troya ya cayó: lo único que queda es esperar la ayuda de los dioses o morir. Este pasaje, que no ha recibido mayor atención por parte de la crítica, nos interesa especialmente por la configuración del personaje de Hécuba, que no responde al paradigma habitual de irracionalidad, pasión desmesurada y sufrimiento improductivo que se ha adjudicado a los personajes femeninos de Eneida (cf. Oliensis 1997, Nugent 1999, Keith 2004 y Foley 2005, entre otros). Por el contrario, es quien realiza un llamado a la cordura y a la aceptación de los fata de Troya.