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Sabido es que la identidad política de los cristianos fue objeto de controversia en la antigüedad. Pese a esto, en el siglo III las asambleas cristianas fueron toleradas de facto en las ciudades en un clima de convivencia pacífica que favoreció el afianzamiento de tendencias secularistas. Fueron las persecuciones, impulsadas por medidas sacrificiales estatales, las que volvieron a poner en tensión la pertenencia y lealtad de las iglesias. El resultado se plasmó en expresiones literarias de variada índole en las que el concepto de ciudadanía se volvía una categoría escatológica y salvífica, en referencia a la patria original del cristiano, frente a los poderes del mundo presente. Esta vez no fueron solo los martirios, sino sobre todo las expropiaciones las que provocaron el reflote de elementos retóricos que hacían del conflicto con el mundo un elemento constitutivo del individuo cristiano. Nuestro objetivo será detenernos en las reflexiones de los autores cristianos sobre el concepto de ciudadanía en medio de las tres grandes persecuciones del siglo III y ver cómo, fruto de la reflexión política sobre el término, conciben y proyectan a la ekklesia y al Estado romano.