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En el mapa de lo que podríamos reconstruir como la teoría gramsciana de la hegemonía -entendida ésta sintéticamente como la dirección política, ideológica y cultural de un grupo social sobre otros-, las reflexiones sobre los intelectuales cobran un papel crucial. La organización de la cultura, con su acervo de ideas y valores, es una condición necesaria para que los grupos sociales puedan legitimar su dominación, naturalizarla, y construir las perspectivas y prácticas ligadas a una visión del mundo que, sin dejar de expresar los intereses de los grupos dominantes, pueda ser presentada y percibida como la realización de un universal, del ?bien común?, y desde allí, tornar a estos grupos desde meramente dominantes a un status de grupos dirigentes, para lo cual se requiere alcanzar la adhesión activa o pasiva de los subordinados. Pero una pregunta antecede a aquella sobre el rol de los intelectuales y se ancla en su comienzo elemental: ¿quiénes son los intelectuales?