IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Consideraciones finales
Autor/es:
CAROLINA CUESTA; MARGARITA PAPALARDO Y CECILIA ZILIO
Libro:
Ingresos a las carreras de Geografía y Letras de la Universidad Nacional de La Plata. Investigaciones sobre prácticas de lectura y escritura
Editorial:
Dunken
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2015; p. 193 - 194
Resumen:
Sabemos que aún resta proseguir en el desarrollo de investigaciones que, como señalamos en la introducción del presente libro, nos conduzcan a una producción de conocimientos más ajustada y con mayor carácter de validez sobre las prácticas de lectura y escritura que protagonizan los estudiantes que desean ingresar a las carreras universitarias, así como permanecer y egresar. No obstante, tenemos la certeza de que cada artículo que integra esta publicación supone un aporte significativo para la consecución de estos objetivos. Se trata de una empresa que seguramente implicará la continuidad de investigaciones comparadas entre las prácticas de lectura y escritura que se desarrollan y orientan, en sentido pedagógico, en cada carrera universitaria y en relación con aquellas que los estudiantes llevan a cabo en la escuela media. Pero la investigación comparativa no debería significar un borramiento de las características particulares que dichas prácticas asumen en cada espacio educativo, a modo de convalidación de generalizaciones de dudoso sustento para la elaboración de propuestas didácticas que las atiendan, ni tampoco caer en las trampas de los particularismos que no avanzan más allá de las descripciones de casos. Por el contrario, seguir profundizando en este tipo de investigaciones implica desde la opción cualitativa de la investigación social continuar con la construcción de marcos teóricos sensibles a las búsquedas de explicaciones que entramen un conocimiento sobre los estudiantes, sobre cómo revelan sus creencias y saberes en torno a la disciplina en la cual han elegido especializarse, con los modos de leer y escribir que hacen públicos en cada clase o taller que, desde la universidad, se disponen para el trabajo de articulación con la escuela secundaria. No sabemos si la pregunta debiera ser, entonces, quiénes son nuestros estudiantes, ya que las respuestas serían múltiples y casi inasibles. Pero sí sabemos que en esas clases o talleres los estudiantes suelen manifestar en intervenciones orales a propósito de los textos leídos, o en sus escrituras a modo de resolución de las consignas propuestas, un universo de saberes que exceden su tránsito por las instituciones educativas secundarias, cuyas aplicaciones de los diseños curriculares vigentes y de proyectos pedagógicos, además, no son homogéneas, y que ponen en cuestión cualquier propuesta didáctica sobre la lectura y la escritura que pretendan universalizar argumentos como puntos de partida a foja cero. También sabemos, y en vínculo con lo anterior, que el trabajo investigativo enmarcado en la perspectiva de las prácticas de lectura y escritura nos conduce, o va de la mano, del reconocimiento de problemas didácticos, es decir de las didácticas de las disciplinas. Con esto, queremos señalar que resultaría infructuoso para cualquier proyecto de articulación entre la escuela media y los estudios universitarios no reconocer que hay mucho de las formas en que los docentes enseñamos en ambos espacios educativos que es necesario revisar. Porque, en definitiva, las lecturas y escrituras de los estudiantes serán atendidas o no, validadas o no, reorientadas o no, según nuestras propias creencias y convicciones respecto de la disciplina en las que nos hemos formado como docentes y no solamente sobre las que poseamos en relación con la lectura y la escritura. De esta manera, resta conocer más cómo se entraman en las decisiones didácticas cotidianas de los docentes los órdenes de los saberes disciplinarios con los órdenes de las concepciones sobre la lectura y la escritura que asumen. Se trata de conocer más sobre un entramado de difícil acceso ya que implica otro reconocimiento: la necesidad de abrir las puertas de las aulas, de compartir con los pares los relatos sobre el trabajo realizado en el día a día, los modos en que evaluamos, las maneras en que entendemos los motivos por los que enseñamos lo que enseñamos, las maneras en que entendemos lo que aprenden o no aprenderían nuestros estudiantes. No para, ahora, que los profesores seamos sancionados o incriminados como responsables absolutos de los posibles fracasos de los estudiantes, sino para complejizar esa idea de fracaso en cuanto conjunto de factores implicados y con ello afrontar en conjunto propuestas de investigación y docencia. Seguramente, aquí radica el mayor de los desafíos.