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Instituciones como la escuelas son una invención de la modernidad que ha desarrollado una matriz de poder sobre la base de colonizar las relaciones raciales, étnicas, sexuales, epistémicas, económicas y de género. La matriz colonial de poder opera a partir del control de la economía, de la autoridad, del género y de la sexualidad, del conocimiento y de la subjetividad. Esta matriz regula, desde la conquista y colonización, ?las formas de vida, sociedad y economía Europeas en relación con su creciente expansión en la parte no Europea del mundo? (Mignolo, 2008:8). La perspectiva intercultural es una herramienta para decolonizar las relaciones impuestas por la matriz colonial donde el análisis de género cobra relevancia a partir del cruce con otras categorías como clase, etnia, edad, sexo. Como señala Catherine Walsh (2009) la interculturalidad se preocupa por ?la exclusión, negación y subalternización ontológica y epistémico-cognitiva de los grupos y sujetos racializados; por las prácticas - de deshumanización y de subordinación de conocimientos ? que privilegian algunos sobre otros, ?naturalizando? la diferencia y ocultando las desigualdades que se estructuran y se mantienen en su interior? (p.11) Las escuelas, la mayoría de las veces reproducen ?inadvertidamente o no- desigualdades y visiones estereotipadas respecto de lo femenino y lo masculino, así como las posiciones que dicho sistema asigna a mujeres y varones, a alumnas y alumnos, a profesoras y a profesores en la estructura escolar (Morgade, 2008).En este artículo, propongo analizar cómo opera esta matriz en relación con las decisiones y elecciones de las mujeres que estudian en la escuela técnica particularmente sustentado en la revisión teórica del análisis de resultados preliminares obtenidos en el trabajo de campo.