IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
Sogas, empujones y otras estrategias para tomar mejores decisiones: una caja de herramientas para gobernantes y ciudadanos
Autor/es:
ELGARTE, JULIETA MAGDALENA
Revista:
Revista Intercambios. La letra del Encuentro
Editorial:
Secretaría de Posgrado, Universidad Nacional de Quilmes
Referencias:
Lugar: Bernal; Año: 2019 vol. IV p. 26 - 32
ISSN:
2591-6580
Resumen:
Diversas investigaciones dan cuenta del carácter no sólo falible sino predeciblemente sesgado de nuestros procesos de toma de decisiones. Nuestras decisiones tienden predeciblemente a ser influenciadas por el contexto en el que las tomamos, por lo que pensamos que hace la mayoría, por una miopía que nos lleva a ponderar excesivamente los costos y beneficios a corto plazo sobre los de largo plazo, y en determinadas circunstancias resulta predecible que no podremos evitar caer en la tentación.Estos fallos y sesgos predecibles a menudo se asimilan a los errores sistemáticos en la percepción conocidos como ilusiones ópticas. En ambos casos, se trata de efectos secundarios de mecanismos perceptuales o de toma de decisiones que resultan en general útiles o adaptativos, pero que distan de ser perfectos y que ?fallan? de maneras que podemos estudiar, predecir y manipular.Aunque conocer que estos fallos existen no hace que dejen de ocurrirnos, como pasa con las ilusiones ópticas, sí nos permite tomar distancia y actuar en consecuencia. Así, si sé que el remo parcialmente sumergido en el agua no está quebrado, como parecen indicarme mis ojos, puedo actuar sobre la base de esta creencia, aunque al verlo siga pareciéndome quebrado. Resulta por tanto que lo más grave no es tener facultades de conocimiento defectuosas sino ser ignorantes de los defectos de estas facultades. Cuando conocemos los fallos de la percepción, podemos ponernos en guardia y descreer lo que nos inducen a creer o hacer las necesarias rectificaciones.Del mismo modo, cuando se trata de los fallos predecibles en la toma de decisiones, aunque no podamos dejar de tener ciertos sesgos, sí ayuda ser concientes de ellos y tomar medidas indirectas para evitar caer en los errores a los que nos inducen.Esta ponencia se propone listar distintos tipos de estrategias posibles para evitar caer presa de estos sesgos y fallos predecibles en la toma de decisiones. La idea es delimitar grandes tipos de estrategias posibles. Dentro de cada tipo de estrategia caben a su vez muchos subtipos. Estas estrategias pueden en principio ser utilizadas individualmente por ciudadanos que deseen mejorar sus posibilidades de tomar buenas decisiones en su vida personal, o ayudar a sus hijos o a sus allegados a tomar mejores decisiones. Pero también pueden, en principio, ser puestas en práctica a nivel institucional para mejorar las posibilidades de que los ciudadanos o los miembros de la institución de que se trate estén en condiciones de tomar mejores decisiones.Esta clasificación de los distintos tipos de estrategias posibles pretende constituir una caja de herramientas para el gobernante y el ciudadano. Las herramientas son recursos que pueden resultar eficaces para solucionar distintos tipos de problemas: un martillo sirve para clavar un clavo pero no para introducir un tornillo. Si existen distintas herramientas es porque no todos los problemas pueden ser resueltos eficazmente con los mismos recursos, de modo que corresponde siempre evaluar qué herramienta resulta más apropiada para tratar con un determinado problema. A su vez, algunas de estas herramientas, incluso si son eficaces, pueden no resultar permisibles en determinados contextos, dadas ciertas consideraciones normativas que resulten aplicables a la situación. De modo que una cuestión es delimitar cuáles serían los tipos de herramientas disponibles para favorecer una mejor toma de decisiones y otra muy distinta determinar qué herramientas concretas resultan eficaces y permisibles en contextos particulares.Presentaré cinco tipos de estrategias mediante las cuales podemos influir en la toma de decisiones con vistas a aumentar las posibilidades de que tomemos buenas decisiones:1) La primera estrategia consiste en obligarnos a tomar (o no tomar) determinada decisión, volviendo una decisión la única posible, o removiendo determinadas opciones. Estas sería la estrategia de la soga, de Ulises frente a las sirenas, cuando pide a sus marineros que lo aten al mástil para impedirle caer en la predecible tentación de tirarse al mar al oír los cantos de las sirenas.2) Una segunda estrategia consiste en volver más costosa (aunque no imposible) la decisión de hacer (o no hacer) algo. Una opción puede volverse más costosa tanto en términos financieros como en términos del tiempo u otras oportunidades que se nos obligue a sacrificar para poder tomar esa decisión. Aunque toda decisión tiene siempre un costo en este sentido (nos obliga a sacrificar otras oportunidades, usualmente tanto antes ?en preparación para poder tomar la decisión- como después ?al bloquear la posibilidad de tomar decisiones incompatibles con la primera), estos costos ?naturales? pueden volverse más altos o más bajos a través de la intervención humana. Por ejemplo, la maternidad trae aparejados grandes costos para la hembra humana, pero los arreglos sociales pueden amplificar aún más estos costos o volverlos más livianos.3) Una tercera estrategia consiste en influir en la decisión moldeando lo que Thaler & Sunstein (2009) llaman la arquitectura de la decisión (las circunstancias en las que se nos plantea la decisión) de modo tal que determinada opción sea más probablemente favorecida (o desfavorecida) en el sentido de volver más (o menos) probable que sea elegida, en tanto y en cuanto la persona no se comprometa activamente en un proceso conciente de deliberación previo a la toma de decisión (tal como tendemos hacer con la mayoría de las decisiones que tomamos todos los días, ya sea porque las consideramos poco importantes o porque parecen demasiado complejas para poder ser tomadas racionalmente) o utilice el tipo de atajos o cometa el tipo de errores predecibles que todos tendemos a cometer.4) Una cuarta estrategia consiste en apelar a las facultades deliberativas de la persona, obligándola a considerar argumentos a favor (o en contra) de una determinada decisión antes de poder tomarla. Esto puede hacerse obligándola a escuchar estos argumentos o a tomarse cierto tiempo antes de poder tomar una determinada decisión.5) Una quinta estrategia consiste simplemente en ofrecer consejo o acceso a información relevante en relación a la decisión en cuestión de manera puramente opcional, sin obligar a la persona a escuchar si no lo desea.Mientras las dos primeras estrategias manipulan las opciones disponibles para los individuos y sus costos relativos, la tercera apela a los mecanismos automáticos e inconcientes de toma de decisiones, y las dos últimas intentan interpelar las facultades deliberativas concientes de las personas. Así, estas estrategias representan un fino gradiente de formas de intervención más o menos intrusivas, en la medida en que difieren gradualmente en cuando a las posibilidades que ofrecen a la persona de resistirse a su influencia. Terminaremos con algunas consideraciones sobre el tipo de situaciones en las cuales podemos pensar que resultan más idóneos unos u otros de estos tipos de herramientas.